miércoles

Marida



Me inicia m contrario en las lides matrimoniales con el bautismo inesperado de "marida", palabro que no me disgusta, que se me antoja fresco, contemporáneo y "trés jolie".

Este Josete mío no deja de sorprenderme, en este caso inventando ese vocablo que salió de una coña marinera y se ha convertido en el traje que mejor sienta. No atisbo ningún cambio sobre el horizonte, al menos no ninguno inesperado, y eso no sé si es bueno o malo, pero tranquiliza.

Nada que ver mi caso con el de aquellas pollitas recién llegadas a la veintena, que un buen día disfrazadas de tules y rasos duquesa, vivían en sus carnes ese trastorno brutal en el que se convierte el abandono del nido. Apuesto por la convivencia por encima de los cursillos esos prematrionales, en los que lejos de educar en la igualdad y el respeto, se discute entre cuántas parejas se van a pagar los adornos florales de la iglesia. Manda cojones - y el Papa- más de lo que parece, que todo el mundo va de moderno y supermegaguay, y se respira allá donde vayas un tufillo a "ursulina" que te cagas, ya sea en una reunión de tupper-sex o en esos desayunos de oficinistas mileuristas progres con ínfulas de burgués de barrio.

Me despisto, y me agrada no haber perdido la costumbre del paseo por los cerros de Úbeda, ciudad hermosa y calurosa como pocas, de recuerdos obscenos de calenturas adolescentes, y ese olor tan caracerístico del orujo de aceite, última prensa del hueso de la aceituna, que otros llaman aceite refinado. Una mierda! A ver cuando se enteran unos cuantos, que la única virginidad sagrada que conozco es la del zumo de la oliva, y que los girasoles y sus jugos no quedan mal en mahonesas y salsas finas, pero un buen tomate sabe a gloria cuando se le riega con aceite virgen extra.

Una marida sabe de estas cosas, claro. E ignora muchas otras, como esa ciencia inexacta según la cual, el que siembra no recoge lo que siembra. Si plantas un cebollino y te salen pimientos relucientes y hermosos, no va mal la cosa, pero ay de cuando plantas un almendro y salen ortigas! La verdad, yo como jardinera soy un desastre, por eso no me quejo, porque echo las semillas, y nunca espero nada, que sale, bien; que no sale, bien tambien ... Yo con mi mata de hierbabuena voy sobrada, no tengo más que pasar la mano por sus hojas para que se vaya el olor a mierda que a veces arriba a mi ventana arrastrado por estos vientos de verano tan sureños y calentorros...