miércoles

Mi 2012


Teniendo en cuenta que no se ha acabado el mundo, que ya hemos superado la Nochebuena, y que estos dias me estoy quitando de encima el maldito madrugón, la recta final de este año está resultando estupenda.

Podría haber tenido en cuenta que me ha tocado una mierda en la lotería - yo llamo una mierda en este sentido a que me toque menos de lo que jugaba, y recuperar cuarenta euros de cuatrocientos es una mierda, como un serón de grande - que no ha sido un año especialmente bueno para algunas de las personas que conozco, y especialmente nefasto para alguien a quien tengo unas ganas locas de tener de frente trincándonos un cubata mientras hablamos de la necesidad de que un tal Paco se compre, pero ya, unos buenos sujetadores de la 115 copa B... y diría, en tal caso, que incluso así la recta final de este año, no ha sido muy mala en particular aunque terriblemente asquerosa en general.

Desafíando al Sr. Murphy y sus malditas leyes, yo creo que el 2013 va a ser un año muy bueno, mejor que 2012, seguro. Cuando las cosas van tan mal, por cojones tienen que ir mejorando, aunque el Murphy ese dejara escrito que cuando las cosas van mal siempre puende ir a peor.

Este año ni carta a los Reyes Magos he escrito,pues tal y como están las monarquias no me fío ni un pelo, por muy magos que sean, vaya a ser que entre los pajes se haya colado un "urdargarín", y no sólo no me traigan nada de lo que pido sino que encima me lo quiten.

Yo tengo un disgusto muy grande desde que Benedicto ha dicho que hay que quitar a la mula y al buey del Belén, me parece fatal, de las cinco figuras que componen el mío son las que más me gustan. Marco llama "chus" al niño entre pañales, y "pepe" a San José. A María no le hace ni puteñero caso, como a mí. Me encanta que les tutee, el respeto es otra cosa, y lo que más le mola es chuparse el dedo y pasarlo por ese manto de harina que cubre la bandeja dorada en la que reposa mi nacimiento. Cada vez que veo el belén, me hago la misma pregunta ¿así es como demuestras tu agnosticismo, flower power? y me asalta la misma respuesta: así es, una más, y quizás la menos grave de tantas incoherencias de esta libra loca y dubitativa a más no poder.

Acaba el año en el que Grey ha puesto cachondas a las señoras de medio mundo, en el que por fín a un banco se le bautiza como dios manda "banco malo", en el que frente a millones de parados y españoles viviendo de manera escandalosamente precaria hemos sido testigos de la generosidad de muchos miles de personas cuyos nombres nunca saldrán en los telediarios. La maldita palabra crisis ha sobrevolado sobre demasiadas familias, a decir verdad, más de una familia en paro y sin techo siempre es demasiado. Mientas Rajoy y sus lacayos sacan a paseo la tijera de sus sangrientos recortes miles de personas se manifiestan frente a hospitales, ministerios y cajas de ahorro para gritar al aire la asfixia que produce una dictadura que dice llamarse gobierno.

El año en el que nacieron mi Fran, María la pequeña "conganita", Alex (la viva estampa de su yayo Romero) y murieron Tony Leblanc, mi querido Aurelio Valdeolivas, y Javi, el primo de mis "conganas" y no hay nadie que sustituya a nadie, ni respuestas para preguntar por qué cuando alguien se marcha... Por eso me quedo con el recuerdo de quienes ya no están, pero sobre todo con la sonrisa de los que vinieron.

El año en el que he conocido a unos cuantos hijosdeputa y a un par de personas estupendas que en mitad de la jauría me hacen la vida más fácil, y eso es de agradecer, ellos saben quienes son.

Y acaba este 2012 en el que ya no me importa que sólo conozcas a mi hijo por foto y aún así me digas de poco a poco que no has tenido tiempo. Puede que sea verdad. Igual no has tenido tiempo. Yo ya te digo que cuando lo tengas, yo no voy a tener ganas. Hay quienes estando más lejos están día a día tan cerca que hacen que algunas personas se conviertan en una nebulosa andante, y yo, con las nebulosas, no trato.

Gracias a todas la personas que me hacen feliz que no son pocas, y tampoco lo hacen de igual manera. La felicidad se compone de momentos, y esos momento no sólo están en la tranquilidad del hogar mientras mis hombres duermen y yo me dejo vencer por el sueño pensando en quienes lo están pasando mal. Eso es algo que quisiera evitar, pero no consigo dormir sin antes pensar en quien creo que merece la pena mi preocupación.

A veces esos momentos son una cocacola con mis amigas, una amiga que ha empezado a trabajar en una pescadería, Adrián que ya no vomita, mi suegra que le duele un poco menos la cadera, mis padres emocionados contando las peripecias de sus nietos mientras mi hermana y yo estamos trabajando, Lucía que se va a quedar con un tipo estupendo y su "okupa" a tomar por culo -contigo tengo pendiente la charla sobre Paco y lencería- mis chicos sin mocos y sin apiretal riéndose a carcajada limpia, mi cuñado cortando el jamón que le ha regalado su jefe y merendando todos en su casa, el recuerdo de los mejores abuelos del mundo, los míos, a los que tanto echo de menos. Mis perras de Akelarre polemizando sobre los concursantes de LaVoz y peleándose por la guarda y custodia de Melendi.

Tú, que estás siempre aunque no estés y que nunca lees lo que escribo aunque sepas lo que sueño. Al señor que inventó "whatsapp", a los que nombro y a los que faltan, a los que se ríen con mis comentarios en facebook, a mi prima Puri que es una bella artista rodeada de belleza andante cuya risa es la mejor terapia,  a todos, familia, amigos y enemigos que me han acompañado para darme alegrías y compartir mis penas, os advierto, que el viene, va a ser nuestro año!!!

viernes

Frivolité

Ponerse al día siguiente de Reyes los regalos que te han traído éstos el día de antes, es una horterada. Pero es difícil resistir a la tentación. Aquel que primero pregunta, “qué tal se han portado los Reyes” está deseando que le preguntes por lo que le han traído a él/ella. Ocurre lo mismo cuando alguien se interesa por tus vacaciones, lo que está deseando decir, es “pues yo las cojo hoy”.

Se nota enseguida cuando alguien va de estreno, se nos pone cara de gilipollas y es como si lleváramos en la frente un cartel que dijera, “¿no ves que es nuevo? Pues dime algo” y a mí me encanta descubrirlo y callarme como una puta, que es lo suyo y lo que realmente mola, porque es justo lo contrario que se espera de los demás: convertir la evidencia en algo invisible, claro, que esto sólo lo haces con el hortera de manual que está deseando que le preguntes y que te importa un comino.

En el fondo, todos llevamos un hortera dentro, eso es verdad, la cuestión es disimularlo o exponerlo con dignidad.

Esos pañuelos tiesos como la mojama, esos bolsos que huelen aún a tienda, el brillo artificial y chabacano de unas botas nuevas, el hilito transparente que engancha la etiqueta y sigue enganchado después de extirparle el cartón del precio… son de una vulgaridad muy cotidiana, pero entre salir de una zapatería con los zapatos viejos en la caja y los nuevos en los pies, o almacenar cajas sin abrir, zapatos sin estrenar, cremas caducadas sin usar y bombones muertos, me quedo con lo primero.

Como hortera ocasional –y festivalera- soy de las que hacen un verdadero esfuerzo por no salir de la tienda con un abrigo de cachemir a finales de verano, justo cuando los pareos y bañadores dan paso a la “nueva colección” ayuda bastante poco, todo hay que decirlo, la temperatura, porque paseando entre abrigos a 15ºC cuesta creer que en la calle estén cayendo por encima de los 30ºC, que es cuando el asfalto parece estar a punto de fundirse y sale como un humillo ondulante desde el hormigón.

Es estrenar, en cierto modo, una terapia estupenda para reforzar la autoestima, porque aunque sea levemente, esta frivolidad al alcance de cualquiera nos otorga aunque sea por un momento, el atributo de la novedad, y eso, en un mundo en el que todo nace con fecha de caducidad, es mucho.

Hay una gran cantidad de gestos que de la forma más tonta pueden convertir un día normal en un día extraordinario y al revés. Por ejemplo, ese día en el que te levantas con mal pie, te cruzas con alguien por la calle que es capaz de apreciar la insultante belleza de un collar de 2 euros y te suelta, “Hola guapa, que bien te veo, … me encanta ese collar”… y es como si un hada te hubiese tocado con su varita mágica.

Por el contrario, hay gente que a nada que se lo proponga, te despacha un “qué mala cara tienes hoy” y te hunde en la miseria en un abrir y cerrar de ojos, lo que suele ser más habitual que un halago.

Necesitamos lo que en psicología se llaman “caricias verbales”, y sin embargo nos dedicamos la mayor parte del tiempo a repartir “hostias orales”, creyendo que es más reconfortante, y caemos en el craso error de señalar los defectos y tratar de ignorar los atributos; entre el abrazafaroleo y la condescendencia hay un término medio que deberíamos prodigar al prójimo más a menudo, porque reconforta tanto recibir un halago como hacerlo sinceramente, en vez de fruncir el ceño y poner morritos evitando mostrar que reconocemos en el otro algo que nos gusta…

Comportarse como una mujer de hielo, hierática y desalmada es, a veces, una frivolidad muy apetecible… pero es mucho más sano decir lo que una piensa y siente, aunque a veces lo uno lleve a lo otro… pero es en el menor de los casos.

Brazo por chufa



Es muy habitual en estas fechas sentirnos invadidos por la nostalgia y el recuerdo de quienes no tenemos cerca. Yo recuerdo cuando era pequeña, que mi abuela lloraba por su marido -fallecido antes de nacer yo- y por su hija, "qué lástima de mi hija allí sola en Alemania"... y lloraba mi madre y enrededados en una espiral emocional llorábamos todos por el abuelo que no habíamos conocido y por mis tios y mis primos que casi sólo conocíamos por fotos... Cuando fui creciendo, y empecé a atesorar ausencias más reales, siempre tuve motivos para emocionarme, es a dia de hoy, y es inevitable que eso adorables "fantasmas" del pasado no se asomen a la ventana de la Navidad, y casi siempre es el motivo por el que la gente suele renegar de estas fechas. No es mi caso. A mí me encanta esta fiesta, la más pagana de todas a pesar del trasfondo religioso.


Este año, más que nunca me sobran motivos para celebrar, y no sólo en estos dias, y no es necesario contar una vez más los motivos.

Ayer, me encontré con un viejo amigo de esos que dejan de serlo sin saber por qué. Hace más de diez años que dejamos de hablarnos, y cada vez que le veía me daban ganas de acercarme y abrazarle, pero no era capaz de hacerlo. Ayer, coincidimos en una bar de barrio, él con sus amigos de ahora, yo con los míos de siempre... apenas le ví me puse nerviosa, pero jamás imaginé que con una naturalidad pasmosa se acercaría como lo hizo, nos fundiéramos en un abrazo y en ese mismo instante, sin palabras, quedaran enterrados mil rencores innecesarios.
Cuando llegué a casa, trastetando un rato por Facebook, coincidí, que ya es coincidir por las diferencias horarias, con mi amigo Javi. El desde México, yo desde mi casita en Madrid, y felicitándonos las fiestas y esas cosas que se suelen decir la víspera de la Nochebuena... y hubo un momento en el que me dijo:
"Florita, no te imaginas lo que más echo de menos"... descarté a la familia por obvio, y porque él formó allí su propia familia, y porque de ese tema hemos hablado y sé que los tiene tan presentes y habla tan a menudo con ellos que aún no ha tenido tiempo de echarles de menos...
-Jamón? pregunté.
-No, jamón no, ni queso, ni chorizo.. aquí lo venden envasado... pero ahora mismo... sólo de pensar en una horchata de chufa se me saltan las lágrimas.
Me quedé muda.
"Una horchata Flori, o unas chufas para hacerla yo mismo... no te imaginas... es lo único que me falta... daría un brazo por una horchata..."
Me hubiera gustado en ese momento fletar un avión cargado de chufas directo a su casa... algo tan aparentemente sencillo y sin embargo imposible.

Quiero decir con esto, que no es la distancia, ni la familia, que lo que uno echa en falta es lo que no tiene, desde algo tan simple como una chufa a algo más complicado como un amor... por eso no puede haber mayor deseo para los demás que consigan aquello que quieren.


Feliz Navidad...!!!

lunes

Mapa de isobaras, macarrones y huracanes con nombre de culebrón

Incita una leve mención a los cambios metereológicos una suerte de impresiones fácilmente descifrable.
Veo tras mis ventanas sin cristales el modo en el que cimbrean sobre si mismas las copas de los árboles, que ya es cimbrearse.

No me afectan lo más mínimo los aires de otras tierras, ni tan siquiera algunos desaires, todo lo más, me producen la sensación de tormenta lejana, nada particular siendo como soy amante de la lluvia.

El erotismo previsible nunca me ha seducido pero me divierte leer entre líneas enamoramientos fugaces como estelas a pesar del ocaso. El amor nunca llega tarde, pero a veces ocurre, que el amor nunca llega del amante, de quien confunde el brillo con la luz y el foco con el cielo.

Los macarrones sacian el hambre al momento, tienen esa facultad los hidratos de carbono, que siempre resultan apetecibles, son fáciles de preparar, y convierten el bocado en placer inmediato, pero su sabor no permanece en el paladar, tan distinta su huella a la de un secreto ibérico al punto.

De follador a folletín, protagonista indiscutible de culebrones, culebrillas y alguna víbora, pseudo galán trasnochado y trasnochador, y sin embargo, entrañable a ojos de quien le mira desde la distancia justa, sin peligro al peligro, sin exponerse, sin ocultarse, sintiendo el sinsentido latente de una artes de seducción que parecen seguir surtiendo efecto, a pesar de todo y de toda(s)

Hasta  hace poco más de 30 años a los huracanes se les bautizaba con nombre de mujer por considerar que son de carácter imprevisible y violento... Si un huracán entra en contacto con otro, el fuerte absorve al débil y se fortalece aún más... a ver qué ocurre...!

¡El tiempo está loco!

sábado

Fran, corre!

Del culebrón mediático del desliz del marido de la Esteban, y del debate social que ha originado, llego a la conclusión, de que en muchos aspectos, este pais sigue en vias de desarrollo.  Que este señor eche un polvo o tres con una señora cuando tiene firmados los papeles del divorcio con la propia, no debería ser motivo de tamaña pataleta. Esta Esteban es tremenda, y antigua, y menos vehemente de lo que pensaba. Alguien que ama y mata por los suyos como ella pregona, no echaría el cerrojo del amor por una aventurita de nada.

Siempre he pensado que por encima de la fidelidad está la lealtad, pero a la vista está que hay quienes no distinguen lo uno de lo otro y no les importa ser desleales a si mismos y a sus sentimientos, en aras de considerar una infidelidad algo que no es más que un calentón.

Por el amor de dios, ese señor balbuceando anoche palabras como perdónculpable, arrepentimiento... parecía realmente sentirse un tio miserable por haber cometido la gran fatalidad de haber tenido una relación de mes y medio una vez que su mujer le larga de casa y le pide un divorcio exprés que los dos firman...

En Irán y por desgracia en otros muchos lugares no tan lejanos, la infedelidad es delictiva y penada con lapidación en el caso de las mujeres y con penas "menores" en el caso de los hombres...  Dicho lo cual, yo creo que Belén Esteban no ha estado a la altura, como poco, en vez de instigar a su Fran a que pidiera perdón públicamente en un plató de televisión, lo menos que tenía que haber hecho es arrancarle la chorra a dentelladas en una versión menos sofisticada y más carnal de aquel arrebato de Lorena Bobbit que dio la vuelta al mundo.

Este chico es tonto de remate. Un tonto enamorado que víctima de una ceguera sin parangón admite ser sometido al linchamiento de la Esteban y sus acólitos por una infidelidad que no lo es, no contento con ello renuncia a 500.000 euros del ala por sentarse a contar lo que todo el mundo sabe. Corre Fran, corre... si de esta te salvas, en la siguiente caerás devorado en las garras de tu mantis religiosa

jueves

Sávreh

Desde que comenzó no hubo una sola noche que no pensara que algún día terminaría, y terminó mucho antes de que empezara, a fin de cuentas, es algo que forma parte de la historia, de cualquier historia de amor.

Hubiera preferido enredarse en su cuerpo sin ropa, sin sábanas, sin huellas, y llorar la despedida envuelta en sus brazos, en silencio, dejándose arrasar por su deseo una vez más la última, y no fue así, y ya no volverá a ser.

Echará de menos todo lo que nunca le dijo, los besos que nunca se dieron, los sueños que nunca realizaron y recordará hasta que la memoria se lo permita su lengua ardiente, sus manos ásperas, sus muslos firmes, sus ojos de fuego, su sexo dentro de ella...

Se amaron aunque jamás se lo dijeran con  palabras, se amaron... y sin palabras, se seguirán amando

domingo

Mezclum

De mis andanzas de hija única tengo mínimos y difusos recuerdos, esencialmente porque la unicidad me duró apenas tres años. Ya he contado en otras ocasiones la angustiosa reacción de aquel momento en el que mi madre trajo a mi hermana recién nacida envuelta en esas toquillas de perlé de antaño blancas como la nieve, y en cuanto hizo los honores de presentarme a la competencia, espeté un angustioso si, mami, es mi hermana ¿pero cuándo se la llevan? Y la cordura imponiéndose sobre el desasosiego: no cariño, se queda con nosotros.


La corona de mi reinado infantil estalló rompiéndose en añicos en ese mismo instante, y yo pensaba que esas cosas no ocurren en hijos plurales (gemelos, mellizos, trillizos…), pero hete aquí que he descubierto que en el mundo de la fraternidad -indefectiblemente esa palabra suena a clínica de pago- las luchas por el reinado son más encarnecidas si cabe. Quizás sea por el hecho de que los padres, es su afán de no hacer diferencias, no individualizan, llegando a considerar a su camada múltiple, pack indivisible, y claro, si no es antes es después, pero llega un momento en el que cada cual reclama su espacio y reivindica su personalidad por encima de las inevitables comparaciones.



El mundo de los bebés ha cambiado mucho. Qué lejos quedan aquellos viajes en el coche con todo el primerío en la ranchera, donde no había más cinturones que aquellos que nos enseñaban a modo de amenaza cuando nos deslizábamos más de la cuenta. Hoy por hoy, no hay mejor excusa para cambiar de coche que tener un bebé. Que claro, es que ahora a los bebés se les pasea mucho y de muy diferentes formas; antes pasábamos de brazo en brazo y ahora no se les pasea por los brazos, vaya a ser que se acostumbren, pero no les falta vehículo: cuco, canastilla, silla, maxicosi (que no sé lo que es pero debe venderse como churros porque todo el mundo habla de eso), trona, cuna, cuna portátil – supongo que esto es lo que antes arreglábamos juntando dos sillones – y alguno que mi conocimiento tan escaso del tema desconoce.


Yo tuve un capacho y una cuna. Una cuna hereditaria, por supuesto. No sé de quien la heredé, pero yo se la dejé en herencia a algún primo y a mis hermanos. Y estoy convencida de que eso de compartir barrotes une tanto o más que la sangre. Y cuando tuve edad para pasear como una señorita, me compraron un carro rojiblanco del que me acuerdo al lado contrario, empujando las asas y llevando a mi hermano diez años después.


Lo más moderno que había en el mundo de los carros era la sombrilla, tan moderno – y tan duro el puto flexo- que era más fácil colocarle una gorra a mi Paquito que andar girando el armatoste a merced del sol


Algo que también ha cambiado mucho – y a peor- es el tema del baño. Antes nos lavaban en cualquier cacharro en el que entrara un bebé sentado, menudos chapuzones me he pegado yo en un barreño de latón que tenía mi tía en el patio, también tenía una bañera de plástico verde, que a esa edad, es lo más parecido a la piscina del Parque Sindical, porque en la bañera ya se podían estirar las piernas y los brazos, y hasta simular que nadaba al estilo perrito, y de ahí directamente a la playa. Mi primera vez fue Cullera. Debía tener cuatro años y recuerdo una playa triste, de arena mojada-casi-barro y unas rocas perforadas feas y muchas gaviotas. Eso marcó para siempre mi gusto por las playas Bacardí con las que aún en foto babeo imaginándome rodeada de palmeras, sobre una hamaca confortable bajo un chulazo fibroso y bronceado a punto de verter sobre mi su agua de coco.


Todo esto venía -o quería venir a cuento- de unas pulseras que evitan los mareos y que provocaron una risa estruendosa una tarde de piscina que nunca volverá a ser igual.

Antes de comenzar las vacaciones empecé con esta entrada, que bien podría convertirse en salida, pero cuando abro puertas, que me cuesta, lo hago con la intención de que quien la traspase se quede, que no salga, por eso, si él no quiere - que al menos por ahora no querrá- no saldrá por mi puerta. Han pasado muchas cosas desde aquella tarde piscinera a pesar de que no ha pasado ni un mes, y yo desde mi ignorancia, habría preferido que nada hubiera cambiado, pero claro, bastante tiene una con su matrimonio como para orquestar los matrimonios de los demás

Estas vacaciones de bombas telefónicas ha sido sofocante tanto o más por las malas noticias que por el calor, que también. No quisiera sin embargo aludir a quien no quiera sentirse aludido, pero no quiero pasar por alto a Ana, a quien respeto en sus decisiones aunque no las entienda, a quien no querré más ahora pero sí mejor por la forma en la que demuestra -sin pretenderlo- una elegancia poco frecuente en estos casos, en los que lo más fácil es sacar trapos sucios, defectos y desmanes; que por supuesto, todos tenemos. De todas formas, cúanto me gustaría que donde hubo fuego quedaran cenizas capaz de avivar la llama.

Me cuentan sottovoce una desgracia de vecindario distinta, chabacana y delictiva, que en absoluto me sorprende, pero me inquieta. Nunca me ha gustado ese tipo, que no mira ni a los ojos, ni siquiera a la boca, porque su lascivia previsible le impide subir la mirada más allá del frunce que dibujan los pezones bajo la tela. Podría resumir diciendo que es un cerdo. Pero es mucho más que un cerdo. Por más que la chavala luzca el tanga dos cuartas por encima del pantalón, no debería confundir su libido enfermiza con una provocación, que de ser cierta, no justificaría que el tio -hijodeputa- quisiera adentrarse en la sobrina de su mujer en contra de su voluntad por varios motivos, en primer lugar porque eso es una violación, en segundo lugar porque es una menor, y en tercer lugar, porque por las venas de la chavala, corre la misma sangre que por la de sus hijas. Un hijodeputa en toda regla. Y su mujer conocedora de la situación -denuncia de por medio- le perdona porque le quiere y porque es el padre de sus hijas. Chata, no sé la capacidad de amor que tienen los demás, a veces incluso tengo seria dudas sobre la mía propia, pero no creo que fuera capaz de seguir viviendo con semejante sinvergüenza sabiendo lo que ha hecho.

Hasta ahora he soportado ser abnegada depositaria de la ronda de besos habituales a su llegada de esos viajes de camionero de mierda de casas de putas, que ya es tener educación y estómago, y sin entenderlo no evitaré la náusea cuando tenga que ver como te da un pico y como sus hijas salen en su busca cuando se acerca después de un viaje, pero por más que finjais que nada ha pasado por miedo a que el abuelo se entere y cualquier día se arranque los pocos pelos que le quedan por no arrancarle la cabeza al hijodeputa que ha violado a su nieta, me niego en rotundo a ser cortés, complaciente, diplomática, y simpática, que nunca lo he sido con él, porque se me atravesó el primer día que le oí decir “que no se muera la abuela, que aún tiene que criar a mis hijas”. Cabrón

Y por otro lado, la Baldomera, que en su descarada ignonimia, soltó en mitad de una conversación, que jamás perdonaría una infidelidad.


- Vamos a ver hija, que estás diciendo, porque hasta donde yo sé, no solo la permitiste sino que estuviste a punto de separarte.

- Hombre, es que no es lo mismo, cuando estuvo con la otra, mi marido venía a dormir a casa todas las noches.


Esta mujer, ya lo decía mi abuela, en una payasa. Con todas las letras P- A- Y- A- S -A

El verano tiene estas cosas, y por fortuna otras. Mañana de vuelta a casa, empezará una vez más la trágica rutina post vacacional del temido madrugón, las horas de luz escaseando, la limpieza tediosa del polvo reposado durante quince dias, las lavadoras, la arena de la playa emergiendo imprevisiblemente desde los pliegues del forro de la maleta, la nevera triste y helada como la soledad; pero llegará el recogimiento, y los fines de semana de rinconera y pelis, y el romanticismo del frío - el calor del verano es simple y llanamente sexual- y el objetivo de las próximas vacaciones en Navidad, y así se nos va la vida, yendo, viniendo, haciendo maletas, deshaciéndolas, esparciendo arena queriendo o sin querer

Huevos fritos, orinales y fond de teint

Siempre que vamos a casa de mi prima Ana sé que nos dará pereza volver. Primero porque son unos magníficos anfitriones, segundo porque sus alrededores nada tienen que ver con los míos, y tercero, porque la risa garantizada es un valor seguro. A mí, que me gustan las visitas en exclusiva, me encanta sin embargo, cuando mi otra prima, Marisol, se deja caer con sus retoños, cebo indiscutible de mi objetivo convertidas en extraño e incipiente instinto maternal, para esta que escribe que nunca está segura de nada y aún menos de dar ese paso gigante no, definitivo.


A mi me gusta ver a Juli relajado, casi distraído y aprovechar la coyuntura para dispensar mordiscos inocentes y achuchones de casi tía a esas nenas que son dos bellezas ambulantes y pulirme la SD a base de instantáneas ahora que los flashes no les hacen mal. Los padres se ponen a veces muy cansinos. Me pasó hace poco con un bebé de dos meses:  no le había hecho más que tres fotos al cachorro cuando el recién estrenado padre me llamó la atención como de buen rollito pero con una mala hostia encubierta de mucho cuidado: me vas a "flashear" al niño. Tú sí que me flasheas, pensé yo.


Por no hablar de la frasecita... "ya te tocará"... pues no sé si me tocará o no, pero por dios y por la santísima virgen, que si me toca que alguien me lo recuerde y me quite de encima esa gilipollez extrema de la maternidad tardía.


A lo que iba. Entre chapuzones y cervecitas la tarde discurre tranquilamente, las nenas se atracan de ganchitos, y los mayores a lo nuestro, que es descubrir que la capacidad de sorpresa es ilimitada, y a veces, incluso produce sonrojo: esa imagen de Carla con sus ricitos dorados al viento y sus ojos azules y radiantes, y sus manitas rebosantes de chuches, y su culito sonrosado postrado sobre un orinal portátil forrado con la bolsa del Ahorramás sobre el césped al borde de la piscina y todos alrededor viendo como la nena no sólo pide pis, sino que lo hace, tranquila, como el que se tira en el sofá viendo una peli mientras se infla de palomitas. No tuvimos el detalle de hacerle la ola cuando acabó de hacer pipí. Qué poco detallistas somos los adultos!


Y qué lejos quedan las meadas piscineras. Desde que empezó a circular la leyenda de que si te meabas en la piscina el pis se convertía en una línea roja y todo el mundo se daría cuenta, ya no es lo mismo. Vamos, es que en cuanto noto que el pomelo se me licua pierdo el culo, y el bañador si hace falta, y convierto la salida de la piscina en una ginkana improvisada sorteando niños, señoras, y todo lo que se ponga por delante y salto la escalera como si fuera una olímpica optando a medalla camino del baño con tal de que la línea roja no me persiga. Lo malo es cuando llego al baño y no sale nada, igual es que por el camino me lo he hecho encima del miedo. Por eso cuando voy a la playa me desquito. Tengo una destreza bárbara. Soy capaz de mear de pie, como la Trapote, mientras finjo que busco a alguien con la mirada en el horizonte; meo sentada mientras aparento buscar un berberecho casi en la orilla, y meo hasta nadando, que eso es lo más difícil, porque siempre hay alguien que se cruza en tu camino y temes que note el cambio de temperatura del agua mezclada con el pis hirviendo, pero en ese momento crucial, te sumerges para hacer la voltereta o el pino-puente y asunto arreglao. Yo doy por hecho que todo el mundo lo hace. Lo que nos diferencia es el estilo. Es que hay algunas a las que les falta pedir un kleenex!


Avanzaba la tarde y alrededor de la mesa del merendero, como no podía ser de otra manera, surgió el tema de las comidas. Fue así como descubrí que los huevos fritos son predilección masculina en la escala de top-ten-colesterol, y que la norma del "cuatro huevos a la semana" debe ser invento de familia. Manda güevos. Yo siempre le he tenido mucho respeto a la citada norma. Más que respeto, miedo en general. De hecho me da pánico pedir un pincho de tortilla en cualquier bar, vaya a ser que me de un vitango.

Dicen que el huevo se estropea enseguida y que hay gente que ha muerto intoxicada por un huevo asesino, y que cuando al cortar una tortilla el huevo parece un hilo es que está malo y puedes morir si lo comes. Cosas que nos cuentan y que se quedan almacenadas en la memoria del terror. Y resulta que Angel ha comido durante años huevos fritos todos los dias, y no pasa nada. A fin de cuentas... lo que no mata engorda, y cuando ni lo uno ni lo otro importan, qué mas da lo que diga la ciencia!


Y cómo se apoyan los hombres cuando les tocas lo suyo, los huevos, vamos. El debate prometía, lástima que nos tuviéramos que ir, porque el tema daba para mucho. Ya de vuelta a casa y a contrareloj, ducha rápida, la ropa preparada... y en pelotas p'arriba y p'abajo buscando mi bolsa de maquillaje que ni en un bolso ni en otro aparecía.

- Jose, ¿has visto mis pinturas?
- Sí, me he estado pintando los ojos, no te jode.
- Joder que no la encuentro, la tenía aquíiiiiiiiiiiiiiii


Al borde del infarto llamé a mi prima que surtió el efecto de un diazepan cuando al preguntarle ansiosa si había visto un neceser dorado me dijo que sí. La putada es que pensaba ponerme monísima para la cena de nuestro aniversario, y me quedé en mona simple a falta de mi fond de teint, mis brochazos de perlas arábigas, el perfilador y mi barra de labios.


Yo pierdo la vergüenza, el autobús, o una partida de Trivial y no pasa nada... pero pierdo mis pinturas y pierdo el sueño. Con la falta que me hace!

domingo

Zahorista a tiempo parcial

Tengo la sensación de que a veces la intuición se pone de mi parte y a poco que me lo propusiera sería capaz de descubrir miserias y riquezas bajo las pieles más opacas. Siempre he tenido la sospecha que la transparencia no es más que una ilusión óptica que muestra una falsa desnudez a los ojos de quienes no quieren tomarse la molestia de intentar alcanzar con la vista el horizonte desde otro plano. Yo empiezo a tener la vista cansada, del desgaste que produce mi gusto por los laberintos tridimensionales, cansancio que se ve recompensado a la hora de componer, recomponer, descomponer...

Me detengo en los recovecos, que es donde suele amontonarse la suciedad y es pavoroso contemplar el detritus en el que se convierten algunas personas ahí donde creen que nadie pueda llegar con los ojos. Del mismo modo, resulta altamente gratificante comprobar como en otras personas por esos mismo recovecos discurren tranquilamente ambrosías. La diferencia, naturalmente, es que la mierda se estanca y completa su putrefacción corrompiendo cuanto a su paso encuentra, en cambio, la belleza fluye tranquila o exaltada, pero fluye y se extiende como el océano desde la roca.

Qué poco nos parecemos a lo que parecemos en cualquiera de los casos.

Me quedo con la belleza, me gusta descubrir bajo la corteza del hijoputismo más aterrador la debilidad más insospechada, es como cavar en la tierra y descubrir un brote verde entre los gusanos casi al final del tiesto, en cambio detesto, cada vez más, que en el fondo de los vergeles más exóticos y llamativos sobrevivan en una inmundicia secreta las verdaderas intenciones de quien se muestra flamante como una buganvilla.


La inspiración se disfraza de zahorista y trata de exprimir el jugo de lo cotidiano, que es mucho, y desmenuza la pulpa de lo corriente y moliente y trata de adivinar vidas dentro y fuera de otras vidas. Me siento exploradora de lo mundano, a veces, estrepitosamente fracasada cuando lo que hay es lo que se ve, y hechicera de pacotilla cuando se ve a través de mis ojos, que ni siquiera son verdes o negros, aunque a veces ven más allá... un segundo antes, de que otros lo vean

jueves

Coños

Esta semana ha estado marcada indefectiblemente por la idiosincrasia del que más arriba titula. Bien es conocida por mis cercanos mi fijación por el vocablo, aún a riesgo de resultar grosera sin serlo y vulgar, que lo soy, de vulgo-Bulgari, declinación imposible que hermana el callejerismo con el glamour. Me la pela, cari .

Decía, y sigo con el coño, cada cual con el suyo hace lo que puede, quiere o debe, por eso no entiendo que alguien se escandalice cuando se le llama por su nombre. Es vagina en el ginecólogo, pomelo en los desayunos con la gente de la oficina, gruta en el poema, pepe con las vecinas, y tantos nombres tiene como se le quieran poner.

Todas tenemos más o menos coño, pero tan preciado manjar (jar jar jar), no es atributo exclusivo de las féminas.

Tener coño, en plan modern talking va en la forma de ser. Hasta hace relativamente poco era mi Yoly la poseedora indiscutible del COÑO por antonomasia de cuantos me/nos rodean... pero lo que la familia de sangre no te da la familia política te lo regala, y por ambas partes mi regalo es de tamaño descomunal; a una de ellas la bauticé en mis estados facebookeros recientemente con el “coño de 42 pulgadas”. No me direis que no es un tamaño considerable.

No es tranquilidad, ni pachorra, ni cachaza... es todo eso y más. Si antaño se decía de quien tenía le tensión baja que tenía un seguro de vida, yo diría sin temor a equivocarme, que no hay mejor seguro – y de seguros se un rato- que un coño bien plantao.

Viven las y los coñones en su mundo de NUNCA PASA NADA y si pasa A MI PLIN, YO DUERMO EN PIKOLIN. En dos Pikolines para ser exacto, uno para el cuerpo y otro en exclusiva el coño, faltaría más.

Ando estos dias de revisiones rutinarias femeninas, hablando del tema, y qué apuro, bendito sea el Señor, cuando mi ginecóloga acabó la exploración y a poco de sacar el instrumento de mi propio, me dieron ganas de cantar el alialió.

No es plato de buen gusto tumbarse sobre una camilla forrada de papel mientras una enfermera te obsequía con una toalla para taparte el ombligo y la titular se mete hasta el infito y más allá con el artefacto mientras te mira de reojo mientras teclea torpetemente el ordenador para sacarte fotos en blanco y negro. ¡Con lo que me van a mi un posado y un baño de color!

Ahora sé por qué tardan tanto en llamarte a consulta: porque hay señoras que llevan su coño superlativo y han de poner una camilla supletoria para hacer la exploración por separado.

Hormonalmente hablando...

sábado

Gala

Existe la leyenda de que es un hombre soberbio, algo estúpido, prepotente. A pesar de ello, y quizás por ello, es uno de los grandes escritores de este pais. Y de los más leídos.

A mí siempre me ha gustado casi todo lo que he leído de él. Esta mañana me he acercado a saludarle a la caseta de la Feria del Libro en la que a diferencia de otros años no había colas esperando su firma, y al decirle que le admiro como escritor y que había leído algunos de sus libros me ha contestado con un " es usted una soberana embustera, no creo que alguien como usted haya leído si quiera uno de mis libros".

Su joven acompañante en la mesa ha arrojado una sonora carcajada, el propio Gala se ha hinchado como un pavo real y ha esgrimido una sonrisa diabólica y esta que escribe se ha sentido algo más pequeñita que de costumbre. A penas me salía la voz cuando he contestado: " No es cierto. No tengo por qué engañarle. Es más, siempre había creído que era usted una persona amable. Y aunque no lo sea, le seguiré leyendo".

Cuando me he dado la vuelta, he oído que me llamaba... "joven, venga aquí"... era él con su voz retruécana y ahora en mi memoria, burlona y desapacible. Pero no he querido girarme por si en ese momento se me escapaba una lágrima y mi decepción se convertía en alimento de su sorna despiadada. No podía creer lo que acababa de ocurrir.

No le encuentro explicación. Ha sido absolutamente insólito e inesperado. He querido justificar su insolencia pensando en que es mayor. ¡Coño! No tiene justificación alguna. Y lo peor de todo, ha sido el tonito de "no creo que alguien como usted..." ¿alguien como yo? Qué habrá querido decir con eso. Alguien como yo. Alguien como yo ha disfrutado enormemente con La Pasión turca, con su Manuscrito Carmesí, con sus Poemas de Amor, Las Afueras de Dios, El corazón tardío... y tantas y tantas columnas en prensa... Alguien como yo, hoy ha sido víctima del desprecio de alguien como usted, a quien consideraba un gran escritor.

Con todo el respeto que no me ha tenido, Antonio Gala, usted ya chochea. Por viejo. Y por chocho.

lunes

Almos

La osadía sólo comparable a la ignorancia, me hace iniciar esta entrada con vocación de adivinanza para bobos,sentenciando que el hombre de quien hablo es de los feos más atractivos que han pasado por la caja tonta en las últimas décadas.

Ya desde canija, me quedaba embelesada escuchando sus discursos perifrásticos bien servidos de fundamento y no exentos de ironía. Más de una vez, alguno de sus ubicuos conterturlios se disipó tras una sonrisa estúpida por no entender ni quiera sus razonamientos, Y a mí eso me encantaba. Y también me daba pena. Me encantaba porque el dominio etimológico siempre me ha fascinado, y me daba pena, porque me parecía que al final, resultaba totalmente incomprendido. Incomprensible.

La erudicción dota a quien la posee de una extravagancia rotunda, de modo que para quienes no somos eruditos, resulta fascinante que una mente pueda resultar tan heterogénea y vasta; para quienes ni siquiera tienen el conocimiento justo para pasar el día,es otro cantar, y ahí donde hay una virtud ven un defecto.

No descubro nada si digo de él que es un tío carismático, cercano, poliédrico, y a la vez posee una capacidad extraordinaria: la de definir un simple mendrugo de pan con palabras infrecuentes y jamás oídas, o teorizar sobre la indivisivilidad del átomo en castellano al alcance de un parvulario, por poner dos ejemplos de este mi caprichoso imaginario que consigue, a veces, que yo misma crea conocer lo que no conozco.

Es de ese tipo de personas que no pasan desapercibidas. Eso, desde luego no sé si es bueno o malo, pero es un hecho. A mí me gusta que sea así. Me gusta ese punto de listillo de la clase que deja en jaque al maestro, de inocente transgresor, de candidez simulada y sesera en ebullición permanente; de loco lo suficientemente sensato, de bohemio posmoderno.

Esta semblanza heterodoxa y caprichosa, y probablemente nada certera, entraña un secreto a voces: no hay alimento que cure más que la curiosidad que despiertas.

martes

Tribalismo & Gazpacho

Ya estamos con los calores, con la explosión de color, con la ropa escasa y/o sin ella, con el gazpacho y los colacaos fresquitos, y las duchas templadas, y el olor a galán de noche... Los albures de este verano presentan el boceto del tópico estival que tanto me gusta...

Mañana inauguramos las fiestas del barrio dos días antes que el propio barrio de el pistoletazo de salida, no se nos pone nada por delante, así que la tarde de un miércoles víspera de un jueves festivo la dedicaré con el esmero que permiten las altas temperaturas, a cuajar unas tortillas de patata. Carmen ha prometido una morcilla y una ensalada de tomate, mi madre, que siempre se calla hará alguna de las suyas, Azucena contribuye con una generosa tripa de chorizo ibérico... y ellos se encargarán del bebercio. Tribalismo posmoderno. La distribución de roles sigue siendo arcaica, primitiva, como lo era en tiempo en los que el homo "nosecuantos" salía de caza y la "homa" recolectaba y se ocupaba del hogar... sólo que ahora la caza es organizar una partida de petanca y llenar las neveras, y el hogar es trasladar la mesa camilla a un banco de madera en mitad del parque y amontonar comida para el disfrute de presentes y ausentes.

Los ausentes, que son los que nos ven alrededor de la mesa con el descaro disimulado de quien ve una pelea callejera, disfrutan lo suyo viendo el espectáculo de nuestro pudor cero, y hay otros ausentes, que se ausentan porque son más afines al orgullo y la racanería, y a pesar de ello, como los buitres, andan al quite por si pueden pillar algo... pero esta vez va a ser que no. Estoy harta.

Cada día soporto menos el parasitismo, y míra tu por donde, me ha salido un tío piojo, chupatintas que lo llaman otros.

Ahora que hago memoria... ¿cuándo has sido generoso? never, osea, nunca. Date un pirulo con tus conocimientos reglamentarios a otra de las tetas, que hay siete, y en una ya cansas. Ya está bien de dar clases sin tener clase alguna. Ya está bien de chupar del bote de lo gratis, que nada hay gratis: lo que tú te ahorras a otros nos cuesta. Ya está bien de tu humor inexistente y esa amargura que llevas a cuestas y arrojas con quien menos merece tus desmanes, ya está bien tío.

Serás bienvenido cuando vuelvas humilde, claro que sin soberbia no serías el mismo. Ya va siendo hora, por edad, que madures un poquito, lo suficiente, para darte cuenta de que al final tendrás lo que hayas sembrado... y a lo mejor, cuando tengas la edad de ese a quien pones verde sólo porque es mayor -qué podría esperarme de ti, si hasta de tus padres te avergonzabas porque eran mayores- quizás los demás te vean tan payaso como tu le ves a él sin serlo. Eso en el mejor de los casos. Es muy probable, que vista tu destreza de joder a quienes te han ayudado cuando más lo necesitabas, quizás algún día te veas solo. Más solo aún de lo que estás ahora, que ya es decir. Te lo has buscado tu solito.

Lo dicho, mañana cena.

domingo

Domingo-Sunday-Dimanche

Al menos en francés parece que el domingo tiene algo de glamour, pero no nos engañemos, los domingos, por naturaleza son tediosos. Ahora que parece que el sol llega para quedarse quizás la cosa cambie un poco, pero de aquí para atrás, durante muchos meses, los domingos por lo general, han sido días de tele manta y sofá, con algún que otro ingrediente, pero nada del otro mundo.

Tienen otro encanto los domingos de sol, de paseos de bolsa de pipas, de cañas en una terraza, de siestas de brisa en las que el visillo acaricia los pies, de helados refrescantes y deliciosos, de noches que caen pasada la noche...

Hasta los tejidos adquieren una vaporosidad especial, cediendo paso en el guardarropa a la mullida lana. El clima manipula a su antojo tonos convirtiendo el círculo cromático en paleta de windows a merced del gusto por destituir las penas a golpe de magentas y cyanes.

Hoy es uno de esos domingos, aún, en los que pareciera que hace más frío en casa que en la calle... no es cuestión de temperatura, sino de movimiento. El sofá genera un estatismo capaz de congelar una olla exprés bullente si no tira de manta aunque sea en pleno agosto. Por el contrario, la calle y el moviemiento hacen que la sensación térmica suba puntos... como este Barça imparable a cinco minutos de ganar la Liga.

Hay una imagen que me flipa del verano, y es cuando la mirada se pierde sobre el asfalto y parece que está a punto de derretirse.

Realmente, hay muchas cosas que me flipan del verano. Cuando se aproxima su llegada, tengo la sensación de que me libero de los fantasmas del invierno: la tristeza, la soledad, el FRIO... y aún sabiendo que son compañeros de viaje que volveré a encontrar les autorizo sin piedad la excedencia que se merecen. Este año, me temo... no serán los únicos a los que mande a paseo por tiempo indefinido. Porque la tristeza, la soledad y el frío, a veces, tienen nombre propio.

Acaba de confirmarse la victoria en la Liga del Barça. Te jodes.

Lluvia

Llueve incesantemente ya pasada la medianoche y lejos de angustiarme, se convierte en caricia esta lluvia que repica en los cristales, se escurre por las hojas de mi amor de hombre, y se embalsa en la lona del toldo, parece que con intención de quedarse a dormir. Cierro los ojos y no hay sonido que me resulte más tranquilizador en la quietud de esta noche y de tantas otras.

Veo al trasluz esa hilera acuática y enérgica en su ordenado descenso vertical y me descubro chiquilla y disfrutona. Es difícil no relacionar esta escena con el romanticismo almibarado de las películas de amor y chimenea, pero me quedo con la lluvia aséptica, que de mis ardores ya se encarga otro.

sábado

Confidencialidad

Me cuenta un pajarito que al pajarraco le han soltado 300.000 eurazos, previa firma de un contrato de confidencialidad. Manda güevos. Ya me imaginaba yo que después de media vida dedicado a bucear en el océando de una empresa de tal embergadura y tanto "envergadurismo", no bastaría con ponerle de patitas en la calle: antes habría de asegurarse de que el pájaro mantuviera el pico cerrado. Que digo yo, que tal acuerdo, lo que pretende es blindar las acciones y omisiones de los mismos que le largan por haber hecho lo mismo que quieren ocultar. Un sinsentido. Tarde o temprano caerán como moscas, quizás más ahora, que un soplo de aire fresco parece entrar por la ventana de la azotea...

lunes

Efectos secundarios

Puto papel en blanco, que se convierte en amenaza en vez de allanarme el terreno, ahora que tanta falta me haría poder enfrentarme sin temor, ahora que me sobran los motivos para escupir en negrita.

Estamos a un tris de chalarnos del todo, ahora que se relajan unos músculos y se tensan otros, ahora que aparecen las contracturas, claro, después del encogimiento del alma. Acción, reacción.
No consiguen la heparina y los antiinflamatorios resolver la hinchazón de huevos, pero alivia saber que hay remedios caseros que suavizan la sensación de que la sangre y la mala hostia se acumulan en los suburbios genitales.

Tu nombre me sabe mal, me escuece en la boca y produce llagas, así que combato tu amargor disfrazándote, créeme, te sientan mucho mejor nuestros vestidos que ese nudismo famélico crónico de tu nombre hueco y estridente.

Desdeñamos las propiedades del áloe-vera, reduciendo su uso a esas cremas que se acaban amarilleando en la estantería del cuarto de baño, y probablemente no haya fórmula más sencilla, natural y refrescante para aliviar la sensación de quemadura que produce un corazón hiperlatente desafiando los baremos de la sístole y la diástole, en plena combustión, como el motor de un coche echando humo en mitad de una carretera solitaria. El áloe-vera convertido en besos con sabor a menta sin azúcar, que no es poco.

Se adolecen los ojos, secuela caduca del llanto acuoso, para dar paso a la clarividencia, como esa nitidez que presenta el cielo tras una tormenta, pareciera que el agua, arrastra todas las impurezas a su paso.

La montaña rusa de las emociones es más montaña que nunca, y menos rusa también. Los rusos tienen pinta de borrachines ramplones cuando muestran sus mejillas casi violáceas y los ojos líquidos como el vodka que se crujen por sus rincones siberianos y esteparios, nada que ver con la palidez del acojone, que es amarilla casi blanca,… qué poco queda para que hagamos ganas de pasear al sol nuestras carnes deslucidas desafiando al círculo cromático de los mapas de la piel.

Tienen en común el efecto secundario y el efecto mariposa ese temblor, que se convierte en revolotear de alas, tan distinto de otros revoloteos estomacales, produciendo una sensación casi de alerta, casi espontánea cuando menos te lo esperas, y para eso, no hay tratamiento posible.

Hay lugares de la mente inaccesibles para los lexatines, diazepanes, vandrales y demás trampantojos de laboratorio, de ahí que mi apuesta siga siendo la tisana en forma de melissa y flor de azahar, que no produce efecto relajante alguno, pero al menos endulza las papilas.

Cada cual se trata como quiere, o como puede, y yo prefiero, por ahora, tratarme de tú, casi faltándome el respeto; me trato y me maltrato con toda naturalidad, naturalmente.

Efectos secundarios y reacciones adversas son la risa inapropiada, el enfado sin motivo, la ternura endiabladamente empalagosa, la desgana pasajera. Todo pasa, todo llega.

El sarpullido del temor mastodóntico se atenua, y deja sobre la piel un picor leve y una orografía imperceptible al tacto ajeno.

Galería del coleccionista

Hoy estoy de mala hostia. Supongo que tiene mucho que ver, que ayer me eché una buena siesta y por ese motivo no he pegado ojo en toda la noche.

Cuando una está de mala leche, es como si todo el universo se confabulara contra una para joderle aún un poco más, y en medio de ese caos de encabronamiento, aparece algo o alguien que hace que la botella aparezca menos vacía, quizás una simple llamada.

Recibí esta mañana una llamada que duró unos tres minutos, y fue suficiente para aislarme durante ese tiempo y tomar aliento. Exactamente alentadora. Spice & cute!

Andaba yo absorta en mis cavilaciones malafollísticas, cuando me ha venido a la cabeza la imagen de alguien a quien en su día tuve un gran cariño y hoy tengo un respeto lo suficientemente mínimo como para no preocuparme en absoluto el espantoso ridículo que lleva haciendo ya demasiado tiempo.

Perdió cerca de 20 kilos, entre los cuales debió colarse una cantidad considerable de gramos de masa cerebral a tenor del comportamiento que trajo tal reducción. Continuó en su devenir de polvos infanticidas, qué gracia de catálogo de señoritas, todas ellas finas como el coral y delicadas como las hojas del aloe vera, casi más efectivas que el spinning.

Qué curioso este caso a mitad de camino entre Benjamin Button y Anita Obregón, otra que tal baila, que a media hora de los 60 se viste como si le estuvieran creciendo las tetas y le acabara de bajar la regla.

Enamorarse a los 15 años de un señor de 40 es un tópico como el del señor de 50 que se pirra por la chavala de 20... la diferencia, supongo, radica en que prefieras aprender a enseñar.

Al señor al que me refería le encanta ennoviarse -qué palabra más antigua- con chavalitas de las que más que un ligue parece el padrino de boda, o uno de esos puteros horteras de antaño que le ponían un pisito a la amante para retozar entre sábanas propias, pero no tiene esos detalles, todo lo más, invita a cenar a restaurantes de cómida rápida y regala esstribillos.

Desde luego tiene más de latin que de lover aunque no debe hacerlo del todo mal, podría tatuarse los nombres de cada una de sus conquistas y no le quedaría libre ni el badajo.

Su penúltima conquista me descuadra un poco, pero no me disgusta, es más, me hace muchísima gracia, tanta, que esta mañana caótica se ha roto a golpe de carcajada al ver la pose amorosa de una adolescente con ínfulas de calientabiberones enfundada en un chandal de rayas a las puertas del colegio. Ole ahí qué arte!

Te has tomado al pie de la letra eso de beber de la fuente de la juventud, tan fresca y potable como esa colección de coñitos cimbreantes que te asedian, pero me mata la curiosidad; en tu afán regresivo a la adolescencia ¿te ha dado también por merendar panteras rosas mientras ves el Disney Chanel?

Prometo que la próxima vez que nos veamos, te llevo un Kinder... si es que no te regalan uno antes. Relindo.

domingo

Güelcon

Conocedora como soy de alguna de tus destrezas y alguna que otra debilidad, me asombra a la vez que me fascina tu incipiente interés por la red de redes. Te doy la bienvenida al exceso de información, al intrusismo profesional, al porno prepago, al amor ficticio, a la amistad figurada, a los titulares caducos, a la estafa, al entretenimiento, a las descargas, al messenger, a las ventanas emergentes...

Esta veda abierta las 24 horas no se parece en nada a esas otras en las que tanto disfrutas sintiéndote el rey del mambo, aquí, cariño mío, temo decirte la carne de cañón eres tú, tan reticente a las tecnología, tan reacio al tecleteo, tan incapaz de permanecer sentado más de 5 minutos.

Tres días te doy...

sábado

I.P.

He de reconocer que cierta superstición me impide escribir completo el nombre de esa tonadillera que siempre estuvo en cuanto a voz por debajo de la más grande, añorada Rocío Jurado.

No cuestiono su talento, que lo tiene, las veces que la he visto actuar en directo me ha parecido excepcional, pero esta folklórica posee una extraña bipolaridad: puede pasar de ser la más glamourosa sobre el escenario a ser la más de las lisardas con su chandal de tactel y sus greñas desgreñadas; de humilde a ostentosa, de presunta inocente a presunta culpable del choriceo a gran escala.

Esta mujer de ilimitada ambición se ha pasado muchos años cantando y otros cuantos dando "el cante", y lo más jugoso, supongo, está por venir.

Como personaje de novela negra sería digna de un Millenium a la española, con sus amores polisexuales, con sus propiedades tan impropias, con sus aires y desaires, con su historia y su leyenda.

No contaba I.P. con que la cadena amiga haría sobre ella el mayor follletín televisivo, donde no hay día que no se nombre a la gitana universal como el que echa un puñado de tierra sobre el féretro de un difunto.

Deseando estoy de escuchar un disco suyo grabado desde la cárcel, lo que demuestra que mi admiracion por su voz no me ciega, y aún sin haber sido juzgada aún, a mi me da que ésta es una ladrona de mucho cuidado. Que la detengan, que devuelva lo que ha robado, que cumpla su condena legal... será mucho más llevadera que esa otra condena por la que ya está pagando: el desprestigio al que ve sometida su imagen.

I.P. = JDT

lunes

Nones

Yo soy de una generación que recuerda cosas de hace 30 años y eso es muy difícil de asimilar cuando te consideras joven, pero con todo y con eso, estoy orgullosa de pertenecer a ella. A las de mi generación, de pequeñas no nos gustaban las legumbres ni las verduras y hoy nos pasamos horas en la cocina preparando tupper de cremitas de calabacín, cociditos madrileños y demás manjares de las dieta mediterránea. Cosas de la edad, supongo. Casi todo aquello que nos provocaba la nausea más atroz, es hoy en día ingrediente básico de cualquier guiso: pimiento, cebolla, tomate, ajo. He de admitir que no he conseguido superar en el paladar la textura de la cebolla cocida, pero no renuncio a ella: la trituro, la camuflo, la aparto, pero es un sabor imprescindible y por tanto, no prescindo de el en mis guisos.

Hay una generación posterior a la mía críada a capricho entre empanados, rebozados, filetitos, croquetas, hamburguesas -sin cebolla- , pizzas, colacaos y bollería industrial; lo que además de representar una serie de carencias fundamentales para el organismo, y por extensión un cúmulo de calorías considerable, supone un auténtico quebradero para las generaciones anteriores, y un descalabro para las venideras.

En una casa, normal, de barrio, debería comerse de todo. Lo que es inadmisible es que la dieta se limite a los caprichos que antes he mencionado. Y más intolerable aúm que una familia tenga que amoldarse a los gustos de una pollita caprichosa que se cierra en banda y enarbola la bandera del NO ME GUSTA en cuanto la sacas del jamón de york, y las chuches, por resumir un poco.

Me estoy haciendo mayor y por consiguiente algo quisquillosa, el envejecimiento neuronal se transforma a mi edad en una mala baba del copón que no siempre puedo controlar, lo que dicho sea de paso, no me preocupa lo más mínimo...

Invitar a esta muchacha a cenar, es como jugársela a los chinos con la certeza de que siempre van a salir nones

Yo puedo disfrazar una cebolla como una olla, hacer que un pescado luzca como un filete de ternera, confitar unos sesos, si me pongo, hasta convertirlos en marron-glacé de casquería... pero hasta el más fino pastel se me atraganta sólo de pensar cómo es posible que la pollita a la que me refería antes, se ponga de chuletas de cerdo como el tenazas, y diga que no le gusta la panceta... y lo que es más increíble: el chorizo. Vale que no pruebes el pescado, y que esa fobia te lleve a no comer aceitunas rellenas porque "las anchoas también son pescado"; vale que no sepas lo que es un panchito, que ya es mucho valer, y descubrieras hace tres tardes, como aquel que dice, que es ese grano rojizo que se aloja dentro de esa corteza capullar mundialmente conocida como "cacahuete", pero que no te guste el chorizo es una obscenidad inconmensurable.

Yo creo que no has probado un chorizo en tu vida, chata, ni frito, ni a la parrilla, ni en lonchas ni a bocao limpio, y a lo mejor es eso lo que te pasa. El dia que te de por probar todo aquello que dices que no te gusta, vas a descubrir lo que te has estado perdiendo durante mucho tiempo, porque sólo se me ocurre algo más triste que unas acelgas, y son esas croquetas de jamón de york de las que me dicen que eres devota. Y un consejo, guapa, que lo eres, esa brizna blanca que quitas del jamón serrano como quien pasa una lendrera en una cabeza comía de piojos, se llama tocino, y es la quintaesencia de un buen jamón, y me recorre un escalofríos indescriptible al ver como te tomas tu tiempo para quitarle la gracia a esas lonchas magnificamente cortas por mi Lolo.

Los gustos cambian con el tiempo, y eso, es la esperanza que nos queda, a tí, y a mí.

miércoles

Jamón de York

En cuanto el jamón de york entra en una casa de manera habitual, malo. No malo malísimo, pero suele ser síntoma de alguna dolencia.

En mi casa -supongo que como en la mayoría- somos más de jamón serrano, hasta el punto de que hace ya casi veinte años, nos inventamos una fiesta, con motivo de otra menos carnal, a la que bautizamos como "La Fiesta del Jamón", que celebramos todos los años el último domingo de Octubre, en el que de una sentá nos trinchamos un jamón y a Cristo por los pies si hiciera falta. Se ha desvirtuado un poco desde que al jamón lo acompañan unas aceitunas de la tierra, un bacalao con tomate made in Cuadritos que no tiene parangón, y esos primos hermanos del homenajeado manjar en cuestión, de los que soy más devota: lomo, chorizo, salchichón y colesteroleicos varios, como ese magnífico queso de mi madre. Por eso decía -y mantengo- que el jamón de york suele ser mal de muchos y consuelo de tontos.

Sea cual sea la dolencia que uno tenga, hay que comer jamón de york. Que digo yo, que cuando uno está "gastroenterítico" perdído no viene mal tan preciado fiambre, pero en la práctica su uso es mucho más extenso: que te duele una muela, cómete un poco de jamón de york; que estás con astenia primaveral y no te apetece probar bocado, cómete aunque sea un poco de jamón de york; que te han operado de un juanete y no puedes andar, un poco de jamón de york no te va a quitar el dolor pero te sentará bien...

Hace buena coyunda el jamón de york con los yogures y los zumos, nunca he entendido muy bien ese trinomio lacteo- agridulce, pero tiene su gracia.

Pasa algo parecido cuando sales de viaje, aunque sea a 90 km de tu casa. Me explico, una se puede tirar ocho horas currando sin pegar más bocado que un triste café de máquina, o tirada en el sofá toda la tarde sin asaltar la nevera, y en cambio, sales de viaje para un par de horas, y preparas para el camino una bolsa que más de una querría para pasar la semana, a saber: los bocadillos, las cocacolas, las patatas fritas, los gusanitos, unas galletas con chocolate, los chicles,... vamos, que o te pegas el atracón y dejas el coche como si fuera un estercolero, o cuando llegas a destino te toca comerte el bocadillo de tortilla como si fuera un bollycao al que en vez de chocolate le han metido un plástico amarillo salado como los perros.

No se aconseja el jamón de york para relleno de bocadillos viajeros, dicen que se agría con facilidad y es enemigo de los calores, como la tortilla de patatas o la ensaladilla rusa.

LLeva una temporada mi madre que compra jamón de york en cantidades industriales,y mis tias van y vienen con merluzas frescas y relucientes, y filetes de ternera rosados y jugosos, y hasta esta que escribe se pasa la tardes inventando recetas de evasión -para mí que me distrago mientras las preparo- y victoria, como si el alimento fuera la llave que devuelve la salud. Debe ser así, mi padre tiene un aspecto inmejorable, sonrosado como los filetes, fresco como la merluza, activo como los bífidus esos de los yogures... para comérselo, como esas torrijas de vainilla con almíbar de ron que inventé hace unas tardes como sortilegio ante la tristeza.

Es un gesto muy amoroso ese de preparar comida a quien quieres, pero no lo es menos -aunque mucho más sacrificado- subir de rodillas a Guadalupe, llamar todos los días, sentir que en las buenas noticias y en las malas, hay tantos hombros alrededor... gracias por lo que siento y no sabría escribir, a mis tias, a mis tios, a mis primas y primos, a los extremeños Pedro y Manolo, a Estíbaliz por mover los hilos, a Ana P. por su interés, a Angel por tener amigos en el infierno y ayudarnos a salir de él de la mano de Gema, a mis ángeles que siempre están aunque no ya no estén, a Lourdes y Yoly por entenderme como ni siquiera yo misma me entiendo, a Inma V. por su carne de gallina , a Ignacio M. por su "tatuaje" de vida y sus dosis de ánimo incomparables, a Azucena y Paquito porque por primera vez hemos sentido lo mismo en el mismo momento,a mi amor y a los vuestros por estar, ser y sentir a nuestro lado, a mi madre por multiplicarse y por transmitir fortaleza desde el pánico, y por último a mi padre; gracias papá por sobrellevar nuestra angustia mal disimulada y tranquilizarnos sin el menor atisbo de flaqueza y una fortaleza imbatible.

Hala, ya lo se soltado, me quemaba en la garganta. Ahora, toca merendar... y para pasar el trago, no se me ocurre nada mejor que un zumito con un poco de jamón de york

jueves

Medina

Por más que nadie permanezca del todo ajeno a lo que ocurre alrededor, hay cosas que uno sólo acostumbra a ver desde muy lejos, como si de una forma extraña pudiera protegerse de ese tipo de cosas que sólo se ven en la tele o sólo le ocurren a los demás. Y por más que uno se empeñe en negarse a la realidad, llega un día, casi siempre de manera más o menos inesperada, en que la realidad te suelta una verdad brutal, y te despierta a hostias de esa especie de ostracismo en el que vivimos de espaldas al mal ajeno.


Y por más que resulte difícil escribirle una carta, hasta hace un mes había tenido la suerte, la enorme suerte, de no tener que vivir una situación más difícil que escuchar de la boca de un compañero suyo que tenía -como en el chiste- dos noticias que darnos: una buena y una mala. “la mala es que tiene un cáncer en el colon, la buena, es que es posible el tratamiento”.


En ese momento, no existe buena noticia después de la mala, es con el tiempo cuando repasas mentalmente todas y cada una de las palabras: intervención, tratamiento, curación.


Hoy hace un mes de aquella noticia. Y dos días desde la operación. Ha pasado poco tiempo y sin embargo tengo la sensación de que ha sido interminable. No sé lo que ocurrirá a partir de este momento, supongo que tendremos que vivir la vida según venga.


Esta carta nace con vocación de agradecimiento y por ello, le doy las gracias por explicarnos lo inexplicable, por su paciencia ante nuestra impaciencia, por permitirnos depositar en sus manos nuestra confianza, por transmitirnos tranquilidad frente a un desasosiego que no conocíamos, por desvelar a voz en grito el secreto de su sonrisa temprana.


El mayor atractivo no son sus canas, ni su facilidad de palabra, ni su hechura de galán maduro, su mayor atractivo es la cercanía que trasmite a pesar del “usted” que emplea con respeto y sin ambages y esa extraordinaria facultad de transformar el pánico en esperanza, ese es su imán, por eso, indefectiblemente, nos ha conquistado.

Sería injusto por mi parte no hacer extensivo mi agradecimiento a sus colegas, desde el doctor kilométrico con nombre de folklorista argentino, Atahualpa, a Pedro, el doctor más solícito -y guapo- del Gregorio Marañón. Gracias a quienes no podría poner nombre ni cara y sin embargo han trabajado con usted y han participado de la curación de mi padre.

Probablemente sea una carta prematura, pero llevaba días queriendo recuperar mi pasión por la escribanía y no he encontrado mejor motivo para hacerlo. Hace una semana mi padre se retorcía de dolor y en este momento está saboreando un puré de calabaza con el ansia controlada, y aún, cierto temor, a que el puré no encuentre la zona de salida y se pierda por sus tripas, aún revueltas.

Esta plañidera ocasional que escribe ha recuperado la sonrisa -y casi el sueño- y como si de una groupie quinceañera se tratara, luce y muestra orgullosa el mejor autógrafo: una casi imperceptible costura de unos diez centímetros en ese tramo de piel en el que hace sólo dos días se alojaba un "okupa" de mal pelaje.

Gracias por la firma, Medina. Gracias.

miércoles

PLAY

No me niego a conocer más gente de la que ya conozco, pero a mis 36 años ya conozco a quien quería conocer y he procurado que formaran parte de mi vida.

No pretendo ser grosera cuando digo que alguien no me importa, y supongo que es difícil de entender a tenor de la polémica que suscita mi discurso sobre la amistad, pero es que realmente, salvo la gente que me importa, el resto no me importa nada. Nada de nada.

Por tanto, a quienes en mi vida tienen importancia cero, les dedico mi tiempo, mi ironía y mi más sincero alegato, sólo hoy, que me apetece, y porque me da la gana:

1.- Si hay algo que detesto es la mezquindad, y es del todo mezquino que quien no goza de mi simpatía - y es conocedor de ello- haga lo posible y lo imposible por agradarme.

2.- No cuestiono -porque me es indeferente- la bondad ajena aunque la distinga perfectamente, y por ese mismo motivo, me la sopla literalmente que se opine de mi persona o se juzgue en mi contra o a mi favor sin conocerme.

3.- No soy guay. Ni si quiera estoy muy segura de saber qué es guay, pero si en algo se parece serlo a regalarle los oídos a la gente con halagos vacíos y preocupaciones fingidas, desde luego, NO SOY GUAY.

4.- Si me cuesta reir es porque muy poca gente me hace gracia, y cuando muestro la mejor de mis sonrisas, que es algo que no me cuesta nada, no te equivoques: no es que me estés encantando, es que me hace más mona.

5.- No parezco seria. Lo soy. La seriedad tiene poco que ver en mi caso con la tristeza. Me gustan la puntualidad, el compromiso, la lealtad, el respeto y la disciplina. Aún a riesgo de que quien no me conozca pudiera confundirme con un militar de la reserva.

6.- No soy moderna porque lleve unos zapatos atrevidos, ni porque mis bolsos sean más o menos llamativos. Es más, no soy moderna. El modernismo está anticuado. Yo creo tendencia. Recuerda, la única forma de que te sigan es ser el primero.

7.- Las gordas no tenemos por qué ser simpáticas. Sería tan generalista y absurdo como decir que todas las rubias son tontas, o que todos los gays son divertidos.

8.- A la pregunta ¿dónde te compras la ropa? lamento no poder decir que en Júpiter, dónde ya me gustaría ir aunque fuera sólo por coincidir con el Coto Matamoros más sideral, y sí, efectivamente, la ropa me la compro donde se la compra todo el mundo, por tanto, la pregunta además de obvia es de lo más gilí. ¿O acaso alguien espera que le conteste que me la compro en Ikea o en Leroy Merlin?

9.- No soy chula, soy flamenca. Este punto paso de desarrollarlo. O lo entiendes, o no lo entiendes.

10.- Por si hubiera alguna duda, soy normal, a veces amable, a veces borde, lo suficientemente tonta para creer que se puede ser feliz y lo suficientemente inteligente para no morir en el intento; absurda dentro de los parámetros de la cordura, hirientemente sincera, notablemente incomprendida y no por ello menos amada, y esencialmente...

11.- Si me conocieras, sabrías como continuar la frase anterior. A quien no me conozca, le ofrezco la oportunidad de que se equivoque.

GAME OVER

viernes

Morfología del amor (III)

Amanece un nuevo día que podría ser distinto, y sin embargo, Maite tiene la certeza de que será gual mientras la cafetera exprime los posos de un café que en nada se parece a un buen café.

Hacer las camas, colocar la vajilla que quedó escurriendo la noche de antes en el fregadero, barrer, ir al mercado, preparar la comida -¿qué hago hoy?-,y salir casi con la hora pegada al colegio en busca de Mario. De vuelta a casa, las lentejas originan el enfado de Mario; Bob Esponja, o como quiera que se llame el dichoso dijujo animado, facilita algo las cosas, pero no hace milagros.

Las tardes son eternas en esa casa en la que el frio se ha instalado y no tiene intención de irse por el momento, y se hace de noche enseguida, y mientras Maite recoge la ropa de la cuerda, piensa que no tiene ganas de planchar hoy, y que quizás mañana tampoco tendrá ganas, pero lo hace porque de algún modo, cree que es la única forma de matar el tiempo antes de que el tiempo acabe devorándola. Mario garabatea y colorea círculos, y apura un vaso de leche, y ella le mira, y le besa y él le dice "mamá no seas pesada".

Antonio llega tarde y cansado, y es así siempre, incluso cuando sale antes de trabajar, incluso cuando no ha dado un palo al agua en todo el día porque no había nada que hacer. Maite aún confía en que cuando le vea entrar por la puerta, se escape toda la tristeza que lleva ya mucho tiempo amargándole las noches y los días, pero sigue ahí, cuando el beso de Antonio sigue pareciéndole frío, cuando en vez de escuchar qué tal el día, un grito se escapa desde el cuarto de baño preguntando qué hay de cenar.

A Maite le encanta el olor de Antonio cuando sale de la ducha, y su piel brillante, y su cuerpo enrollado en la toalla y aún más cuando trastea en la cocina y de pronto siente su abrazo por la espalda, y las gotas de su pelo húmedo resbalan por su cuello, y siente su miembro a través de la toalla, a la vez que una mano recorre su pecho por debajo de la blusa. Pero hace tiempo que no ocurre.

-Chati, traéme una cerveza
Que te la lleve tu puta madre, cabrón. Es lo que piensa en ese momento, y lo dice en voz baja, y hace como que no ha oído porque sabe que en menos de un minuto volverá a escuchar -esta vez más fuerte- la misma frase.

Suelta la cerveza encima de la mesa, al lado de una bandeja de pescadilla rebozada que acaba de sacar de la sartén y que se retuerce entre burbujas diminutas como si la hubiera frito rebozada en petazeta.

- Chati, ¿otra vez pescado?

- Si, otra vez.

Maite no tiene ganas de discutir, ni siquiera tiene ganas de cenar, se metería en la cama y dormiría hasta que su mundo cambiara, pero como sabe que eso no ocurrirá y que lo único que pasaría es que la noche se alargara más, prefiere comerse la pescadilla, y un yogur, y dar por terminada la cena con una trago de agua que acompaña -desde hace ya dos meses- con un lexatin.

Se sienta en el sillón y se enciende un cigarro. En la tele sale una inglesa que baila flamenco y que se enamoró de un persa que toca la guitarra, se les ve tan distintos ... y tan felices.

Antonio recoge la mesa, apila los platos y los vasos sobre el fregadero, deja el trozo de pan que ha sobrado sobre la encimera, y cuando llega al salón, aún humea la colilla del cigarro, pero Maite se ha dormido, ovillada en sí misma.

- Joder, te pasas el día durmiendo

Maite no está tan profundamente dormida como para no oirlo,pero mantiene los ojos cerrados. Sabe que si los abriera, Antonio empezaría a tocarle, subiría una mano desde la rodilla hasta su sexo y en apenas cinco minutos acabaría corriéndose entre sus muslos.

Maite no tiene ganas, y lo achaca a las pastillas, pero sabe perfectamente que no tiene ganas porque querría sentirse amada no utilizada como un desahogo.

Ni siquiera tiene la delicadeza de cubrirle con la manta, en cuanto termina de apurar el whisky se va a la cama, y Maite se queda sóla, aunque en su sueños, por suerte, todo es diferente.

jueves

Arturos

Va a ser verdad eso de que en la famosa casa de GH todo se magnifica, y ha llegado esa magnificencia tan lejos, que por magnificarse se magnifica en el plató, y fuera del mismo cada vez que salen a la palestra Arturo, su delfín y su modus operandi. No sólo es tema de debate de programas de televisión (o neorealismo televisivo que lo llaman ahora), trasciende a la calle, a los desayunos de oficinistas mileuristas y allá donde haya una defensora del feminismo mal entendido o un detractor del macho ibérico. Ni calvo, ni con dos pelucas.

En mi opinión, nada extrema, escucho a unos y a otros, y me pregunto si la cuestión no será que deberíamos empezar a admitir sin escrúpulos, que Arturo es un tipo de hombre que irrita tanto porque gusta mucho.

Dramatismos fuera, yo, y la mayoría de mujeres y hombres a los que les gustan los hombres que conozco, hemos tenido un Arturo o mataríamos por tener un Arturo, aunque sólo fuera para sofocar el calor que producen esos ojos verdes.

Mi Arturo se llamaba Mihai, pero también podría haberse llamado Juan, y es ese tipo de hombres que no se toman la molestia de regalarte el oido prometiendo amor eterno porque sólo buscan sexo. Ni siquiera creo que sea egoismo, suelen dejarlo bien claro, pero creemos que con algo de tiempo seremos capaces de enamorar al hombre después de darle de comer a la bestia a base de sexo más o menos salvaje.

Se habla demasiado de la libertad sexual, pero los argumentos pierden fuelle como la espuma de una cerveza en cuanto pasamos de la teoría a la práctica.

Arturo es el canalla de discoteca, la envidia de los que no mojan el churro, el blanco perfecto de las mujeres que son capaces de tener sexo sin amor sin sentirse culpables, y en definitiva, un tipo de 33 años al que quieren crucificar algunos, al que la boca que le pierde es la de la polla, que esparce semen como un surtidor.

Nos han educado a muchos en la creencia de que el sexo sin amor es caca. El sexo es fantástico cuando lo haces con quien quieres hacerlo, haya amor o no, y cuando lo haces con alguien con quien no quieres hacerlo es violación. Por eso no soporto cuando Indhira dice "cuando te acostabas conmigo..." a ver, guapa, hasta donde yo he visto, cuando Arturo se ha acostado contigo es porque tú te has acostado con él, y la mayoría de las veces, esto ha ocurrido porque le has puesto cachondísimo, cosa que está muy bien, y que no requiere de un gran esfuerzo tratándose de coyuntar con Arturo.

No apruebo sus comentarios despectivos hacia nadie, del mismo modo que los condenaría si en vez de ser un hombre fuera una mujer, pero me temo que ha sido muy fácil encontrar en su actitud motivo de debate. En este caso también se magnifica.

Queremos alguien que nos quiera, que nos respete, que nos cuide y que nos haga felices cuando buscamos una pareja, un compañero de vida, un amor... pero quién ha dicho que para follar y pasarlo pipa fuera necesario que después de echar un polvo te frotaran la espalda con la esponja y te llevaran el desayuno a la cama? Arturo, probablemente sería una nefasto marido, pero como amante es incuestionable.

La hipocresía y la envidia son males endémicos a la altura del feminismo trasnochado y el machismo de manual.

Arturo no es más que el landismo en estado puro, a pesar de los tatuajes, los piercing y los condones de sabores, lástima que aún haya muchas mujeres a años luz de la mentalidad de aquellas suecas que echaban su polvito sin complicarse la vida y sin esperar a cambio algo más que un orgasmo.

Aunque sólo sea porque gracias a ellos supe con qué tipo de hombre quería compartir mi vida, conservo en mi memoria con respeto y cariño a mis "arturos"... y si esto es ser machista, pues va a ser que soy machista. ¿o no?

domingo

Morfología del amor (II)

Anunciaban en la televisión que había muerto la más grande, Jesús le explicó a Marta que la más grande era Rocio Jurado, y Marta se revolvió del sillón y desde su aplastante coherencia de niña de seis años, espetó:
- La más grande soy yo

Marta sabe que tiene un padre y una madre, que estuvieron casados veinte años, que antes que ella nació su hermano, y que desde hace ya cuatro años, tiene dos casas. Marta no etiqueta, no distingue, no cuestiona; discute con Jesús y juega con él hasta que su paciencia le permite enfrentarse a una hiperactividad injusta para una niña.

Antonio disfruta de su nueva vida, a fin de cuentas, ha estado demasiado tiempo viviendo una vida que no quería: la factura de un matrimonio como dios manda es excesivamente elevada.

No hay que explicar mucho más, realmente, no es más que una historia de amor como tantas otras... la diferencia, es que a los 40 años, por más que uno lo intente, es imposible recuperar el tiempo perdido, aunque a esa edad, que alguien no entienda cómo es posible que Antonio encuentre su felicidad en Jesús es algo que ni siquiera tienen en cuenta. Como debe ser.



Cae la noche y con ella las luces
que dan paso a luces disstintas,
siluetas diferentes,

Hay un cielo mucho más cercano
que el que se vislumbra tras los cristales
de esa ventana.

Azules casi verdes, casi negros,
azules como un mar inventado.

Se adentra la noche
y un segundo antes del sueño
ese mar se vuelve ultravioleta
para envolverme
commo se envuelve la manzana
en la mano de quien la siembra

Y cada noche se transforma
aunque siempre sea igual:
un encuentro, una despedida,
un mundo dentro de otro mundo.

De qué servirían si no las noches

Morfología del amor (I)

Al salir del ascensor aún conservaba un encogimiento lumbar y adolescente propiciado por un intercambio de saliva no tan adolescente y casi furtivo. El mostraba una excitación no solo sexual, ella ni siquiera quiso adjetivar su estado caótico: mentalmente, hay situaciones en las que es mejor ceder espacio al arrebato.

Frente a ellos se mostraba elegante y discreta una puerta lacada en blanco con minimalistas apliques metálicos, que les daría paso a un apartamento aséptico, funcional, y nada acogedor. El orden posee la extraña virtud de restar confortabilidad.

Pensó Rosa que la frialdad favorecía muy poco el acercamiento, a fin de cuentas, era su primera cita con aquel señor con el claro objetivo de llevar a la práctica una teoría que llevaban cierto tiempo practicando, y en el intento de superar ese mínimo obstáculo, tomó el mando a distancia del aparato de aire acondicionado y apenas hubo apretado el botón de encendido, Javi la tomó por la cintura, le besó los labios y avanzó sobre ella torpemente haciéndole caer sobre la cama.

Javi tenía las cejas pobladas en exceso, los ojos tristes y acuosos, la nariz ancha y torcida, los labios gruesos, los dientes blancos, infantiles, el cabello ensortijado y canoso, y aún con esa falta de armonia en el rostro, desde aquella primera vez que se vieron, a Rosa la pareció un tipo irresistible. Conforme fue desvistiéndose, dejó ver un cuerpo casi atlético, una piel más clara de lo que ella habría imaginado, unos brazos fuertes, los hombros rectos, las piernas fibrosas, los glúteos tersos, la polla delgada, ls pies grandes, el pecho firme. Un cuerpo realmente bello, pensó ella.

Sintió mezcla de pudor y excitación mientras Javi le desabrochaba la blusa y sus pezones desputanban sobre el sostén negro, y sin embargo estaba encantada de que fueran aquellas manos y no otras las que en ese momento acariciaran su piel ligeramente temblorosa. Se descubrieron y exploraron con prisa temorosos de que el reloj avanzara en su contra. A fin de cuentas, se encontraban en el lugar adecuado y con la persona deseada porque así habían decidido que fuera, pero detrás de esa cita había un entramado de mentiras que les alejaría de cualquier sospecha ante sus parejas.

Esther estaría zambullendo su cuerpecito de niña de 7 años en la piscina hasta que pasara a recogerla Marcos, -mañana tendrás que recoger a la niña de natación, recuerda que tengo ginecólogo y no he podido cambiar la hora- le había advertido la noche de antes a su cita, mientras Rosa fingía una naturalidad libre de sospecha y Marcos estudiaba los planos de un proyecto incipiente.

Fue algo más difícil para Javi, quien además de descontar de su agencia de publicidad tiempo para un revolcón, debió arañar un par de horas más contando con que el desplazamiento supondría algo más de tres horas entra la ida y la vuelta.

- Me acaba de llamar Nacho, mañana viajamos a Barcelona, tenemos un posible cliente algo exigente y ha organizado un almuerzo para negociar su próxima campaña, un empresario de la vieja escuela, ya sabes, de esos que mandan a la secretaria abrir el correo electrónico porque no sabe ni encender el ordenador...

- ¿Vendrás a dormir?

- Si, supongo que sí

Ana llevaba mucho tiempo sospechando que Javi había dejado de estar enamorado de ella. Nunca tuvo la certeza de que realmente algún día lo hubiera estado realmente, de hecho el suyo fue uno de esos matrimonios predecibles. Habían sido amigos de niños, se conocían de toda la vida, y fueron el uno para el otro la primera persona con la que tuvieron algo más que una amistad, por eso cuando Ana se quedó embarazada a los 17 años, nadie se extrañó y nadie planteó que hubiera otra posibiidad que no fuera organizar una boda como las de entonces.

Javi mostró desde el primer momento unn deseo irrefenable, apresurado, quizás motivado por tantos años de hastío y sexo cotidiano con Ana. Rosa, se percató enseguida de tal voracidad, que por momentos le resultaba apeecible, y por momentos convirtió la situación en algo incómoda. Ella era feliz con Marcos, y desde luego, mantenían relaciones sexuales satisfactorias, aunque naturalmente, la excitación que le produjo mantener relaciones sexuales con un casi desconocido le recordó a aquellos primeros encuentros con Marcos, ya tan lejos en el tiempo.

Trasncurrieron los minutos, una piel deslizándose sobre la otra, unos cuerpos cada vez menos desconocidos, y sin embargo, um hambre agigantándose dentro de ellos, tan insaciable, que a poco que apuraran los minutos antes de volver a sus vidas, les valdría, no en vano, para mantener viva la llama de la necesidad de la teoría -y ahora sí- de la práctica.

Quién diría que algo así no fuera amor.

I love snow

Siempre ne ha gustado el calor, el verano y todo lo que permite un termometro por encima de los veinte grados, pero este invieno me gusta y me ha hecho encontrarle el punto a las bajas temperaturas, los copos de nieve y el viento racheado.
Del argot metereológico, del que se a aprende a fuezra de escuchar con más o menos fruición las previsiones, siempre me ha llamado la atencion ese rocambolismo del mapa de isobaras, que consigue parecer una expresion de lo más moderna siendo más antigua que mear de pie, gesto este, que he envidiado de los hombres desde mi más tierna infancia, esa amisma en la que las chicas buscábamos el cobijo de un coche y los chicos podían maniobrar su impronta urinaria de cara a la pared, con solo bajarse la goma del chandal.

Hoy las niñas, me cuentan que se entretienen viendo documentales de Einstein, manda gúevos, a la edad en la que yo lloraba como una madalena -sin saber por qué- viendo a Laura Ingalls bajando correteando por las apacibles montañas de La Casa de la Pradera. Haciendo algo de memoria, llego a la cuenta de que las niñas de los documentales -y ese canal de inglés para gilipollas- apenas llegan a los dos años, y yo tenía alguno más, pero ya pintaba lerda y sensible. A pesar de eso, mi manejo de la lengua dio más que buenos resultados cuando el idioma se convierte en asignatura, y más tarde aún. incluso cuando se codeaban con el inglés el francés, el latín, y el griego. Lo dicho: la gente de letras nos pasamos de románticos.

Otro de los términos por los hombres y mujeres del tiempo, es anticiclón, y no me gusta nada, y no sabría decir por qué, quizás sea porque tengo cierta reticencia a los "anti", por sistema por más que el prefijo casi siempre sea en beneficio de algo, pero recuerto la antitetánica, por ejemplo, y a pesar de que presenta al tétanos como un monstruo terrible, resulta mása horroroso el nombre que el pinchazo.

Hoy hace menos frio, casi que echo de menos ese vaho que se esfuma por la boca como la fumarola de un vocán.

Hahití... ya hablaré en otro momento de los escarmientos de la Madre Naturaleza, ese hijoputismo absurdo en cargarnos lo que nos es dado no se anda con chiquitas.

Mejillones vinagreta, horas extras, "playerito"... anda que no hay plancha! Y yo con estos pelos!

domingo

Bye bye 2009

Ocurre todos los años por estas fechas, ocurre y no trato de evitarlo, porque en el fondo me reconforta, y me refiero a esa predisposición a que en el balance de lo ocurrido durante el año, el platillo de las cosas malas se pulverice como papel quemado.

Quiero una vez más, quedarme con lo bueno, con lo que me ha hecho feliz, con lo que ma hace la vida más fácil, con lo que me emociona, con lo que me hace sonreir, y dejar en la caja negra del 2009 todo aquello que hace que a veces pierdas la ilusión, la paciencia y la confianza.

Brindo por mantener esta felicidad algo más que moderada, por generar la ilusión necesaria para vivir al otro lado de la amargura, porque los míos sigan como hasta ahora...

Bienvennido 2010

martes

La prima del "Chino"

Advertida de un frío aterrador y bajo amenaza de lluvia, emprendimos el viaje como el que planea una excursión a la Antártida, otorgando preferencia en el bolso a la pelliza en detrimento de esos potingues de los que soy tan asidua. La única extravagancia fue depositar en el neceser un par de muestras de Cartier que no han logrado disipar el tufillo a hoguera, algo que dicho sea de paso, es mucho más llevadero que el irrespirable humo de los tizones: que lo diga una adicta a la nicotina tiene cojones. Pues sí.

Que en cuestión de hora y media recorriéramos más de la mitad de la oferta hostelera de un pueblo de tres mil quinientos habitantes, dio como resultado una media tajada vespertina a esta que escribe, que en cuanto me sacan de la cocacola me pierdo y veo muestrarios de pollas donde sólo hay dedos, pero ¡qué dedos!

Escalofrío siento de imaginar esas manos que podrían convertir una caricia por la espalda en un trasiego de chorizos despeñándose. No caí en la cuenta en aquel momento de poner atención en otra parte de su cuerpo, tal obnubilación me produjo la carnosa caja de Farias sobre la mesa, y mejor que así fuera, porque si en ese momento me da por mirarle a la cara y en vez de un pozo me encuentro con una nariz humana, juro que pego un telefonazo a mi padre y con la taladradora en modo percutor, barrenamos hasta hacerle un orificio del tamaño de esos dedos antes de que el buen hombre muera por no haber podido desalojar mocos en años.

Sobre medianoche, el sueño acumulado y los madrugones -también acumulados- comenzaron a hacer estragos. Qué lejos estoy de parecerme a la que un dia fui. Mientras Antonio y Jose finiquitaban una ración de magro con tomate en el Chaplin, a mi se me saltaban las lágrimas de sueño, muy fuerte, maricón, así que mi prima, que es muy larga y me conoce como pocos, anduvo sueltísima y eficiente cuando nos invitó amablemente a marcharnos a caer en brazos de Morfeo. Yo andaba justa de ganas, la verdad, más que nada por el miedo que me daba la sola idea de pernoctar en una casa desconocida sin más compañía que la de mi adorable contrario, que es tanto o más cagón que yo, pero tiene un sueño más voraz y lo disimula bastante. Me atormentaba la idea de que en aquella misteriosa casa -por desconocida- hubiera muerto alguien en la misma cama sobre la cual iba a pasar unas cuantas horas, y me tranquilizó muy poco la sonrisa de ana quitando importancia al asunto.

A quien nos conozca no le resultará nada difícil comprender que dos cuerpos como los nuestros en una cama como aquella, deja poco espacio para que ni siquiera el fantasma de un difunto -Darín, esta me la pagas- pueda colarse entre las sábanas, pero un ruido que parece que sólo yo oía se me metió en la cabeza, y ni aún encendiendo las luces pude averiguar su origen, así que presa de la ansiedad -y del medio pedo- tiré por la calle de en medio, me tapé hasta las cejas, y rogué en silencio que no se me apereciera ni un muerto ni un vivo. La cosa funcionó hasta las 4:00 de la mañana: un dolor de muelas me desveló por completo.

Desperté a mi roncador para que me trajera un vaso de agua, más que nada porque si me tengo que levantar yo, sólo de imaginarme que en mitad del pasillo me cruzo con el difunto, en vez de ir al concurso de las migas habriais tenido que velarme allí mismo, y el espidifén de albaricoque -lo aconsejo enormemente a los amantes del ibuprofeno- me proporcionó casi otras dos horitas de sueño, porque justo a las 06'00 sonó la alarma del móvil, y por fín, una vez despierta y ubicada, esbocé una sonrisa placentera de pensar que el móvil es gilipollas y no consiguió engañarme porque no tenía que ir a currar y me quedaban tres horas de cama.

Cuando ya le había cogido el punto a la dichosa cama y casi había perdido el miedo nos levantamos, recogimos y apareció un vivo: mientras Jose cargaba el coche Daniel asomó tras la puerta de la habitación, lo que supuso algo más que un alivio.

Nos dirigimos a casa de Antonia, desfile de pijamas, porras calientes sobre la mesa, y una manzanilla que no era manzanilla "dale rabo de gato" decía Antonio. Pues rabo de gato, a mí los rabos no me asustan, querido. Es más, me daban miedo -en mi fantasía- las sartenes con patas, pero visto lo visto, casi prefiero una sartén con patas a un jamón con alas.

LLegamos al campo de fútbol, al que si tuviera que poner nombre de película le pondría La hoguera de las vanidades, no hay más que ver el pavoneo de manchegos con sus bolsas de pan cortado disponiendo las lumbres con la chulería que da la experiencia, no como mi chico y mi chino, que arrimaban los palos con la suela de las zapatillas como el que juega a la pelota en el patio del colegio.

El primer y gran descubrimiento del día fue Antonio. Dios, ese hombre me encanta! Sólo un tipo como él es capaz de llevar un remolque con todos los arreos -"preparos" que decis vosotros- para un concurso de migas y p'a poner un mercadillo si se tercia.
Llevar un gorrito así no lo lleva cualquiera, pero ya acabó de "enamorarme" esa tapita de jamón y queso en mitad del tenderete en el que lo mismo se podía encontrar un cucharón que una garrafa de gasoil. ¡Qué apañao!

-
Si vas a dejar algo en la nevera acuérdate de cerrar la puerta que se escapa el frío
.

Contando con que la nevera es una jaula,y que ya me había "conquistado" sólo puedo decir que es un auténtico personaje con un sentido del humor a la altura de su hospitalidad.

En vista de que los expertos en materia de hogueras ya lucían fogatas resultonas y a la mía le quedaban años luz para convertirse en ascuas, me dispuse a cortar la panceta y el chorizo y preparar mis cositas. Le confesé a Antonio que mi gran temor era que jamás había guisado en lumbre, y acabo de desarmarme con esa frase:
"me vas a decir tú a mí que es lo mismo hacer unas migas con la catalítica esa que sobre el fuego", pues no Antonio, yo, antes me doy un pespunte en los morros que llevarte la contraria, aunque llames
catalítica
a la vitrocerámica.

Debo admitir que las pasé putas con el humo, que me costó hacerme con la sartén, que por un momento pensé que haría el ridículo más espántoso ofrenciedo mis migas vallecano-andaluzas al jurado, pero cuando caí en la cuenta de que el objetivo principal era simplemente pasar un buen rato, liberé tensiones, me puse mi delantal de corazones por montera, me pegué tres bailes paleta en mano y con una coca-cola que me trajo mi chico me quedé como nueva. Mi mayor objetivo se había cumplido, así que sólo me quedaba seguir dsifrutando de la compañía lo que quedaba del día.

Me emocionó escuchar por los altavoces que Antonia había quedado entre los cuatro finalistas, quizás porque representaba la figura de mis abuelas, de todas las abuelas del mundo, y más tiesa que una vela y con más coraje que salud se presentó tan flamenca con su saco de pan y sus ganas, y su nietos y su pena de pensar que "ya es el último año que voy, quién sabe dónde estaré el año que viene". Ellos pensaban que lloraba de la emoción de que hubiera ganado, yo lloraba porque se me había quedado grabada una frase que me dijo mi prima la noche de antes.

Os hemos puesto en la cama tres mantas, no creo que paseis frio, además mi suegra ha quitado de su cama las sábanas de franela y las ha lavado y me ha dicho que os las pusiera para que esteis más calentitos. Por eso lloraba. Porque no había ganado la madre del Chino, ni la suegra de mi prima, ni la abuela de Daniel, había ganado la señora que se había quitado las sábanas de su cama para que nosotros durmiéramos bien.

Lo de menos, es que finalmente la rumorología se convirtiera en ciencia y obtuviera un premio con mis migas ansiosas.


Y sin más dilación, paso a detallar mis premios del día:

- A Antonia por su admirable coraje
- A Antonio por su generosidad sin límite
- A los amigos del chino por su hospitalidad y calidez
- A Alejo, Merce, Antonio, Nuria y sus proles respectivas, por su compañía. Con mención especial a los abrazos de Claudia.
- A Ana por lo que ella y yo sabemos, que es más que sangre
- A Daniel por su facilidad para entenderme y su amor incondicional
- A mi amor porque ser mi cómplice es muy difícil y lo consigue sin morir en el intento
- Al Chino por ser el mejor anfitrión y porque de manera indiscutible me quedo con el sobrenombre de la prima del Chino, y espero poder inscribirme con ese nombre tantas veces como pueda

A todos, gracias por hacernos sentir en nuestra casa