martes

Perla de Nilo

Te miro y no te encuentro aún teniendo a un palmo de los míos tus ojos, y me pregunto dónde fue a parar el fuego, dónde! Me regalas tu dibujo de mi cuerpo desnudo e intento averiguar en qué momento me imaginaste así, porque no recuerdo esa orgía caribeña de sexo rotundo y sudor templado como jugo de langosta.

Tu imaginación generosa me regala curvas depuradas y ningún atisbo de piel naranja, decididamente, no era yo a quien dibujabas, pero insistes. "Te hice un dibujo, mi negra, eres tú desnuda".

Le buscaré sitio en mis paredes africanas a ese sueño líquido y cubano que me evoca a los mojitos de Rogelio; contacto suave, textura elegante, acabado exuberante.

Transcurre sinuoso tu caudal salvaje cada vez que miro el dibujo... y descubro que el fuego sigue estando en tus ojos, y yo intentando recordar...

domingo

MA-TO

Yo no soportaría, comociéndome como me conozco, el eco eterno de tu retahíla de improperios a menos de un kilómetro de distancia en tus momentos de desafío decibélico, pero eso no quita que te sienta cercana. Eso que dicen y tú misma reafirmas de que eres la voz del pueblo, es discutible; ójala en todos los pueblos hubiera alguna voz como la tuya, denunciando públicamente aquello que no está bien.

Las cosas no están bien o mal porque a uno le parezca así, el bien y el mal son valores universales que cualquiera sería capaz de distinguir. No pertenezco a ningún bando, plataforma o colectivo. Me gusta Belén Esteban? Si. No me considero una intelectual, tampoco una borrega, pero creo que la conexión contigo va más allá del nivel de conocimiento, y radica exactamente en el sentimiento, eso que ahora ha dado en llamarse inteligencia emocional.

El mensaje llega más allá de que tu vocabulario fronterizo no te permita el eufemismo televisivo del que otros hacen acopio. Estoy convencida de que es una cuestión de fibra. No soy madre, no soy separada, no soy popular -en ningún sentido esto de popular si me permites el matiz- pero me resulta tremendamente fácil sentir el dolor que sientes cuando lo expones. Y cuánto más cercana te siento, más lejos me veo de otros a quienes tu sola presencia les incomoda. Se habla mucho de fondo y forma, que si las formas no son correctas, que si bla bla bla...

Yo me quedo con tu fondo. Y a veces, tengo la sensación, de que tu mayor frustración no es otra que tu hija no pueda sentir jamás lo que tu has sentido por tu padre. Yo pertenezco a esa generación -si se le puede llamar así- en la que tuvimos la infancia más feliz que se pueda tener, porque nuestros padres se ocuparon y preocuparon de que no nos faltara nada importante: amor, compañía, dedicación. No quiero decir que ahora no se haga, pero desde luego, la escasez de tiempo debida a la falta de conciliación de horarios hacen que esta tarea sea harto difícil y reste una dedicación óptima. Ese es otro tema.

No hay más que ver el dolor y la impotencia qe te produce el hablar de tu padre para darse cuenta de cuánto lo echas de menos y cuánto te habría gustado que tu hija se sintiera tan orgullosa de su padre como tu del tuyo. Quizás por eso su ausencia sea aún más insoportable. Debe ser horrible.

También es horrible lo de las famosas 7 cartas, que tiene nombre de película. Por supuesto que todo el mundo tiene derecho a expresar y denunciar todo aquello que le parezca denunciable, lo que ya no me parece normal -ni acertado- es que el Defensor del Menor "ataque" haciéndose eco de esas siete voces -que bien podría ser la voz de uno multiplicado por siete- a una madre que lo único que intenta es defender y salvaguardar los derechos de su hija, ya que el padre no es capaz de comportarse como tal. Por cierto, maldita casualidad, el siete en un número tan taurino!

No sé si la voz de los que no somos esos 7 -enanitos por cobardes- tiene tanto peso, pero desde luego, yo estoy del lado, siempre que me dejan, de quien considero está más cerca del bien, y desde luego, no puede ser mala gente alguien que recibe tantas muestras de cariño diaramente.

Lloré y me reí en tu entrevista valiente del viernes, me emocionó tu sensibilidad, pero sobre todo, sentí la necesidad de hacerte llegar un mensaje:

Efectivamente, algo está cambiando en este pais. Es intolerable, inadmisible, y tremenamente obsceno, que la Justicia en este pais se haya olvidado de esas madres y padres que realmente ven como se vulneran los derechos de sus hijos -hasta la muerte- y que ese señor que ocupa un cargo público de alta responsabilidad cuestione públicamente la tuya como madre por defender allí dónde te plazca los derechos de tu hija.

Antes de matar por tu hija morirás un poco cada día sólo de sentir el desprecio que ese padre muestra hacia ELLA: no me sorprendió que no te llamara por la famosa subida de azúcar, lo que sí es sorprendete es que preocupado por la situación, no lo hiciera para decirte, Belén, no podemos permitir esto. Estoy contigo. Por ejemplo.


Por encima del fenómeno mediático, sociológico, comercial, Belén Esteban es persona, cabeza de turco en este caso, y si yo fuera Tita u otras fulanas del colorín con más renombre, andaría preocupada por saber quien será la próxima... claro, que es mucho más fácil -y efectivo- cargar tintas sobre alguien que tiene menos consideración en el podiun del cuore, aunque sólo por abrir la boca y pestañear tenga un caché mayor que esas que muestran interiores en el Hola con titulares almibarados, insulsos y hasta ofensivos.

Te queda claro?

miércoles

Sálvame

Se pavonea no tan sigilosamente recuperando el burbujeo refrescante de una coca cola a la hora de la merienda, no se da cuenta -o sí- de que las bebidas carbonatadas son malas consejeras para mi sueño, que hace todo lo posible por interrumpir. Y yo me dejo. Te espero cada tarde, me gusta cruzar tu mar oscuro de chapapote, soy así, qué le voy a hacer.

Otras renegarían de tí como quien huye de la Gripe A, mientras tanto me rindo a tu insolencia menos estudiada de lo que parece. Oh dios, cuánto te he echado de menos aún sin necesitarte.

Si echo la vista atrás, puedo recordate como si fuera hoy... tu torso moreno desnudo, aquella cama blanca. La ficción detrás de la puerta, dentro sólos tú y yo y una gran verdad -o una gran mentira- que bien valdría un exclusiva.

Nada es lo que parece...

domingo

Señores que se llaman Pilar


Jamás pensé que los mitos pudieran caer de la noche a la mañana, no al menos esos mitos de andar por casa, mitos al fin y al cabo, que encumbrados en su pedestal de finura y clasismo descienden estrepitosamente a pie de calle, de chabola, de arrabal con un sólo gesto.

Me fascinabas más mi amor, cuando te imaginaba bajando de una limusina camino de la tiendecita esa en la que poco menos que te sacaban la alfombra roja un hora antes de probarte unos trapitos y pagar una factura jugosa, incluso cuando deshacías planes inmediatos improvisando cita con ese masajista brasileño que a punto estuvo de dejamre tullida. Debe ser que mis cervicales de segunda regional acostumbran otros masajes menos terapéuticos, debe ser, yo nunca tuve clase para que me masajearan a cambio de un talón.

Incluso cuando vestías en tu verborrea diferente a los submarinistas de tus viajes tropicales con trajes de "ibuprofeno", ay que joderse, y me hacías gracia. Y me la sigues haciendo, primor, una cosa no quita la otra. Pero un mito, una diva -por muy de barrio que sea- no puede, no debe, ir por ahí ahuecando el pompis para relajar la tensión abdominal con un pedo estruendoso y obsceno en mitad del jardín. Oh my God! El trueno gaseoso de tu culito de vallecana ultramegapija dio el pistoletazo de salida: me quedaba por ver como relamías la mozarella pegada al papel Albal.

Ayer decididamente, te ví tan fuera de tí, que parecieras poseída por el espíritu de la Esteban, cuando siempre te he visto tan Lidia, y tan lozana, como esa otra divertida tonista televisiva.

Dio para mucho el sábado, satisfaciendo en demasía mi curiosidad por lo desconocido: ahora ya sé que un pañal cuesta 21 centimos ( ni uno más ni uno menos) y que hay por ahí funcionarios que ostentan el cargo gracias a una cogorza (rite rite, Angelito).

Que haya señores que se llaman Pilar, fue todo un descubrimiento, pero nada, NADA, comparado a ese PEDO que tardaré tiempo en olvidar.