lunes

Mapa de isobaras, macarrones y huracanes con nombre de culebrón

Incita una leve mención a los cambios metereológicos una suerte de impresiones fácilmente descifrable.
Veo tras mis ventanas sin cristales el modo en el que cimbrean sobre si mismas las copas de los árboles, que ya es cimbrearse.

No me afectan lo más mínimo los aires de otras tierras, ni tan siquiera algunos desaires, todo lo más, me producen la sensación de tormenta lejana, nada particular siendo como soy amante de la lluvia.

El erotismo previsible nunca me ha seducido pero me divierte leer entre líneas enamoramientos fugaces como estelas a pesar del ocaso. El amor nunca llega tarde, pero a veces ocurre, que el amor nunca llega del amante, de quien confunde el brillo con la luz y el foco con el cielo.

Los macarrones sacian el hambre al momento, tienen esa facultad los hidratos de carbono, que siempre resultan apetecibles, son fáciles de preparar, y convierten el bocado en placer inmediato, pero su sabor no permanece en el paladar, tan distinta su huella a la de un secreto ibérico al punto.

De follador a folletín, protagonista indiscutible de culebrones, culebrillas y alguna víbora, pseudo galán trasnochado y trasnochador, y sin embargo, entrañable a ojos de quien le mira desde la distancia justa, sin peligro al peligro, sin exponerse, sin ocultarse, sintiendo el sinsentido latente de una artes de seducción que parecen seguir surtiendo efecto, a pesar de todo y de toda(s)

Hasta  hace poco más de 30 años a los huracanes se les bautizaba con nombre de mujer por considerar que son de carácter imprevisible y violento... Si un huracán entra en contacto con otro, el fuerte absorve al débil y se fortalece aún más... a ver qué ocurre...!

¡El tiempo está loco!