lunes

Mojitos

Me pregunto si cada vez que un machito-ponce me confunde con una dominicana/cubana/colombiana ve en mí lo mismo que yo en ellas, que a primera vista suele ser un contoneo fogoso casi elegante, casi vulgar. Y no me atrevo a preguntar, porque cuando lo hago, a modo de respuesta recibo inexcusablemente el tópico argumento: boca, pechos, culo, color de piel.

No me convence, naturalmente, pero debe haber algo cuando no se trata de un hecho aislado. Cuando alguien me pregunta dé dónde eres, está claro que se imagina que la respuesta podría ser cualquiera, menos española. He pasado por india, marroquí, cubana, brasileña, dominicana,... y casi sin salir de España; miedo me da hacer uno de esos viajes exóticos en los que la layenda dice que se truecan camellos por mujeres, y mi reinado fantástico se vea desdibujado a golpe shari

Es broma. Algo debe haber cuando es algo que lejos de ser extraordinario es habitual que unos y otros me asocien sin lugar a dudas con lugares tan remotos de los que parezco no estar tan lejos como yo creía.

Hace un par de días -exactamente un par de noches- sin ir más lejos, fue la última vez que me ocurrió. Un apuesto caribeño me abordó entusiasta creyéndome tan dominicana como ese Brugal que nunca me gustó tanto como el Cacique.

Una vez aclarada su duda sobre mi origen y aprovechando la coyuntura, el joven me invitó a bailar una bachata que yo confesé no saber bailar más que a mi aire, con lo que ante su insistencia y mi aburrimiento accedí a que me tomara la cintura con descaro y me mirara con ganas de clavármela. Tenía unos ojos almendrados bien chéveres, planta de galán de telenovela y una sonrisa maravillosa, y blanca, como esos calcetines blancos que rompieron el hechizo. No me quitó el ojo de encima de toda la noche -yo tampoco, claro, de haberlo hecho no podría saber que me miraba con ganas de mambo- ni siquiera cuando se lo conté a mi chico y éste marcó su territorio con un lengüetazo de los que llegan a los riñones después de dar la vuelta por todo el cuepo.

A mi esos arrebatos de "yo no estoy celoso" me chiflan, para qué voy a engañarme. Pero mi reinado caribeño de una noche de otoño no había hecho más que empezar: mi cubano bello se encargó de pasearme, y de sembrar ante el respetable la duda acerca de mi origen. Está claro que no hay nada que me guste más de mi cubano -salvo esa cara endiabladamente guapa- que me llame "mi negra". Bueno, su culo también suma bastantes puntos, pero el "mi negra" p'acá "mi negra" p'allá... me enloquece porque me convierte en reina del caribe al lado del pirata -y superviviente- más macizo de la isla de asfalto en que convierte su santuario latino.

Varias mozas de vestidos mínimos y aires de mujer fatal anduvieron a la zaga, lo que hizo que disfrutara aún más de la condescendencia de mi anfitrión, algo que aderezado con varios mojitos y música sensual y envolvente facilita la exaltación y permite ver sin menoscabos tensiones sexuales flotando en el aire. Y no tan flotando.

En mitad de este espectáculo noctámbulo de libido a flor de piel, se me acercó una señora estupenda en tanto que yo bailaba poseída por mi enigmático origen tropical para arrollarme con este comentario: por más que queramos no podemos si quiera llegar a imitaros, llevais el ritmo en el cuerpo y la sensualidad en la sangre... obviamente, la angostura había comenzado a hacer su efecto en mí y no entendí lo que me estaba diciendo hasta que remató con un las cubanas sois puro fuego.

Por la Caridad del Cobre, Yemanyá y todas la vírgenes del mundo mundial! Esta mujer realmente alucinó cuando de mi boca sensual y latina vomité un divertido soy de Vallecas

La mujer sintió un ridículo proporcional a la dimensión de mi ego, que ya a esas horas, ocupaba algo más de la mitad de la pista de baile, y aquel comentario dio lugar a otros, y aquellos otros a un intercambio de direcciones de correo. Acompañaban a esta cuarentona atractiva e ingenua una rubia casi despampanante y dos señores con alopecia; uno de ellos resultó ser director de un banco, y la rubia concejala del Psoe de un lugar cuyo nombre no desvelaré. Las rojas nos las gastamos así.

Dio de sí más de lo que esperaba esta casi despedida; mi cubano es tan imprevisible que lo mismo nos da la alegría de desdecirse y quedarse, pero allá donde estés prometo ser "tu negra" en la pobreza, en la riqueza, en la pista de baile, en mi chaise-longue y allá donde el sol siga dorando las costuras de esa piel algo menos morena que la mía.

Esta vez la resaca valió la pena

3 comentarios:

  1. Eres única¡¡¡ Vallecana¡¡¡ de sangre extremeña y andaluza¡¡¡

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  2. hay negra negra.............entre lo negra ke estas ..y lo negra ke tre ponen............
    komo me huviera guatado ver esa situacion por un ahujerito jajajajja

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