jueves

Coños

Esta semana ha estado marcada indefectiblemente por la idiosincrasia del que más arriba titula. Bien es conocida por mis cercanos mi fijación por el vocablo, aún a riesgo de resultar grosera sin serlo y vulgar, que lo soy, de vulgo-Bulgari, declinación imposible que hermana el callejerismo con el glamour. Me la pela, cari .

Decía, y sigo con el coño, cada cual con el suyo hace lo que puede, quiere o debe, por eso no entiendo que alguien se escandalice cuando se le llama por su nombre. Es vagina en el ginecólogo, pomelo en los desayunos con la gente de la oficina, gruta en el poema, pepe con las vecinas, y tantos nombres tiene como se le quieran poner.

Todas tenemos más o menos coño, pero tan preciado manjar (jar jar jar), no es atributo exclusivo de las féminas.

Tener coño, en plan modern talking va en la forma de ser. Hasta hace relativamente poco era mi Yoly la poseedora indiscutible del COÑO por antonomasia de cuantos me/nos rodean... pero lo que la familia de sangre no te da la familia política te lo regala, y por ambas partes mi regalo es de tamaño descomunal; a una de ellas la bauticé en mis estados facebookeros recientemente con el “coño de 42 pulgadas”. No me direis que no es un tamaño considerable.

No es tranquilidad, ni pachorra, ni cachaza... es todo eso y más. Si antaño se decía de quien tenía le tensión baja que tenía un seguro de vida, yo diría sin temor a equivocarme, que no hay mejor seguro – y de seguros se un rato- que un coño bien plantao.

Viven las y los coñones en su mundo de NUNCA PASA NADA y si pasa A MI PLIN, YO DUERMO EN PIKOLIN. En dos Pikolines para ser exacto, uno para el cuerpo y otro en exclusiva el coño, faltaría más.

Ando estos dias de revisiones rutinarias femeninas, hablando del tema, y qué apuro, bendito sea el Señor, cuando mi ginecóloga acabó la exploración y a poco de sacar el instrumento de mi propio, me dieron ganas de cantar el alialió.

No es plato de buen gusto tumbarse sobre una camilla forrada de papel mientras una enfermera te obsequía con una toalla para taparte el ombligo y la titular se mete hasta el infito y más allá con el artefacto mientras te mira de reojo mientras teclea torpetemente el ordenador para sacarte fotos en blanco y negro. ¡Con lo que me van a mi un posado y un baño de color!

Ahora sé por qué tardan tanto en llamarte a consulta: porque hay señoras que llevan su coño superlativo y han de poner una camilla supletoria para hacer la exploración por separado.

Hormonalmente hablando...

2 comentarios:

  1. coño¡¡¡ que bien lo cuentas¡¡¡¡

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  2. Muy bueno, y además de nuevo ¡¡coño!! ¡¡¡Qué verdad de verdad!!, el resto querida, sin comentarios, así va todo.
    Abrazos

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